Año académico y experimental
El nuevo año académico en la Universidad Nacional de San Agustín que empieza mañana es muy singular, pues se estrenará la nueva malla curricular que, por ley, están obligadas a cumplir los Centros Superiores de Estudios. Así, desde mañana empieza a regir, por ejemplo, el dictado obligatorio de cursos como Realidad Nacional, Metodología de Estudios, Razonamiento Lógico, Filosofía o Ciudadanía… para todas la universidad!!, mejor dicho, para todos aquellos que han ingresado al mundo universitario en el marco de la nueva Ley Universitaria.
Otras universidades ya vienen haciéndolo desde el año pasado y tendremos que esperar un poco para ver sus resultados, pero el objetivo fundamental detrás de esta obligación es brindarle a nuestro estudiantes universitarios y futuros profesionales, una formación integral, holística; es decir, no sólo científica o técnica sino también humanista, reivindicando así la esencia del trabajo universitario: centro de creación, discusión y reproducción de la universalidad de conocimientos.
Lo que preocupa en esta experiencia, a mi parecer, son dos cosas: por el lado docente, lidiar con aquellos que sin haber sido lo suficientemente preparados, enfrentarán esta tarea; pues cursos como Realidad Nacional o Ciudadanía no tratan simplemente de listar fechas o definiciones, pues de caer en eso, sólo reforzaremos el errado concepto de estudiantes de ingeniería, por ejemplo, que creen que esos cursos son “mero relleno” que se aprueban con cebichito de por medio. O visto de otro lado, si se va a dictar Razonamiento Lógico, como si se tratara de un llenado en la pizarra con fórmulas que sólo el profesor entiende en su ensimismamiento, entonces reforzaremos la idea de los estudiantes de Sociales que creen que la lógica es de “cerebritos aburridos”. Si a ello le sumamos la presencia de los mismos profesores con sus viejos métodos basados en la lógica del master dixi, o, lo que es peor, la perversa reciprocidad del facilismo, entonces poco se avanzará.
Por el lado del alumno, lo que me inquieta es saber cuán preparado está para asumir los retos de las nuevas exigencias que plantea la ley universitaria con estas mallas curriculares. Pues estamos hablando de que, como nunca, todo alumno debe estar con una auténtica apertura mental para una formación no sólo profesional sino también humana, lo cual demanda, entre otras cosas, un mayor trabajo y concentración en sus estudios. Y allí viene el problema, pues sabemos, por ejemplo, que las nuevas generaciones de estudiantes universitarios sólo pueden atender, como máximo, tres minutos y concentrarse ocho, la mitad de lo que podían hacer sus homólogos de hace una década. La razón: todos los medios procastinadores que hoy forman parte del atuendo adolescente y del paisaje urbano; es decir, la tecnología infocomunicacional.
Es decir, por un lado es altamente positivo que la UNSA se enrole en el espíritu de la nueva Ley Universitaria que busca una mejor formación profesional y humana, pero por otro es profundamente negativo que esa misma ley no haya considerado la formación de los profesores para su aplicación. Se del esfuerzo de las actuales autoridades agustinas para llenar ese vacío: urgentemente se harán talleres con los profesores encargados de esos cursos con especialistas traídos de otras universidades. Ojalá funcione; en todo caso, desde mañana inauguramos un nuevo año académico con un nuevo experimento. Al fin y al cabo de eso trata el trabajo universitario: de experimentar.