Despertar Agustino
Unos días más, y la era Rohel Sánchez de la Universidad Nacional de San Agustín, entrará al último tercio de su primer año de gestión. Es decir, el tiempo vuela, dentro de poco sólo le quedará cuatro años y para muchos, principalmente para los estamentos agustinos, la situación ha empeorado o, de haberse dado algunos cambios, éstos aún no se notan.
Difícil contradecir estas apreciaciones que se escuchan a diario en los interiores de San Agustín; difícil explicar que al actual gobierno agustino le ha tocado conducir a la universidad en una coyuntura compleja; primero, por haber recibido a una institución arruinada por los 28 años de manejo de cornejos, valdemares y otros que sumieron a la UNSA en el caos y la corrupción; y, segundo, por la aplicación de la nueva ley universitaria cuya implementación exige toda una nueva dinámica de trabajo y aprendizaje que compromete, prácticamente, a todo agustino, desde autoridades, administrativos, docentes y hasta el último estudiante.
Obviamente, pasado ocho meses de gestión ya no pueden utilizarse estos argumentos para aplacar la desazón. Seguir usándolos, pueden interpretarse, más bien, como incompetencia o simple aventurerismo de quienes hoy gobiernan la Casa Agustina; sensación que justamente quieren transmitir aquellos que tras 28 años de poder hoy no lo tienen y que vienen entorpeciendo los cambios y avances que ya empiezan a notarse.
Uno de esos avances, por ejemplo, es haber desenterrado los millones de soles acumulados y casi perdidos que tiene la UNSA por el canon minero. A través de un convenio con Concytec, uno de los primeros firmados por la gestión Sánchez, San Agustín se ha reencontrado con la función básica que debiera sustentar su existencia: la investigación. Así, con tres convocatorias hasta el momento, ya van sumándose por decenas los profesores, alumnos e incluso administrativos que han conseguido el financiamiento para empezar a investigar, terminar sus tesis, participar en eventos académicos por todo el mundo, publicar, etc. Este logro ha empezado a llamar la atención a medios limeños que ya hablan del “Modelo Agustino de la universidad nacional”, y ha despertado la inquietud de otras universidades públicas que quieren saber cómo la UNSA ha logrado destrabar y usar adecuadamente el canon.
A eso, hay que sumarle el proceso de Licenciamiento que exige hoy la SUNEDU para que la UNSA se encauce en el camino de la acreditación; el Modelo Educativo que ya fue publicado y que está siendo usado de referencia para la reingeniería académica que hoy viene haciéndose en todas las escuelas profesionales agustinas; la apuesta por la Internacionalización que la conectará con el mundo; la instalación, por fin, de wifi en todo el campus universitario; el relanzamiento del boletín informativo y la pronta aparición de revistas y libros con el sello editorial agustino. Es decir, los cambios vienen haciéndose y, no tardarán en hacerse notar.
Claro que hay problemas, y serios. Uno de ellos, por ejemplo, es la reformulación Estatutaria que le permita a la actual gestión crear el marco jurídico y legal que facilite los cambios deseados. Crear estatutos acordes con las exigencias actuales no es fácil. Soy testigo directo de cuán difícil es para muchos asambleístas universitarios aceptar que la UNSA ya no puede seguir siendo tratada como un feudo o, lo peor, un cachuelo sin importancia; cuán difícil es aceptar que la UNSA tiene la obligación de ponerse a la altura de la sociedad infocomunicacional que nos ha tocado vivir; que tiene que dar el gran salto de la etapa de transmisión de conocimientos a la etapa de creación y así, convertirse en uno de los motores de desarrollo que reclama Arequipa y el país.
Hay aún muchos problemas, pero se ha superado el fundamental: dejar de concebir a la UNSA como un nido de trapacerías. A las nuevas autoridades se les puede ubicar, dialogar y mirar a los ojos (los anteriores se escondían en gafas oscuras). Sólo eso, es un gran indicador que San Agustín empezó a despertar.
Saludos José Luis Vargas desde el cálido norte. Recibe nuestro aliento para seguir escribiendo…
Gracias por seguirme.