Fin del gobierno Cosito
El genio popular volvió a brillar al asignarle a Ollanta Humala el vocablo que califica y calificará a futuro su gobierno: cosito, no sólo porque precisa una de las características de esta gestión (la presencia compulsiva y dependiente de su esposa), sino también por su resultado final; es decir, una administración insignificante, banal, nimia.
Si hace cinco años, el proyecto nacionalista asumía las riendas del país con un fulgor de expectativas, enriquecidas, a la vez, por su halo izquierdista, hoy los resultados son nocivos: la economía desplomada, déficit fiscal y, lo peor, la ola criminal más grande de nuestra historia, que, paradójicamente, fue una de sus principales promesas electorales y que le valió el apego popular dada su condición militar. Todo eso sin mencionar lo que, lamentablemente, ya se ha convertido en una constante en nuestros mandatarios salientes: la corrupción que hará que a partir de la próxima semana veamos a la pareja presidencial en los pasillos judiciales.
Obviamente, ni Ollanta y menos sus seguidores, aceptan el balance negativo de su gobierno. Escuchar a sus voceros y al presidente ya saliente henchidos de triunfalismo, sólo demuestra lo afectados que están de los delirios y alucinaciones que produce las mieles del poder. ¿Algo que rescatar? Sí, el propio Humala ha dicho que uno de sus “logros” es el Fallo de la Corte de La Haya, pero recordemos que sólo continuó con el trabajo diplomático que inició otro gobierno, y no me cabe la menor duda que lo hizo a regañadientes, pues dado su antichilenismo, se hubiese opuesto tenazmente, de haber estado en el llano. Humala también se ufana de la inclusión social que, ciertamente, fue la marca de su mandato y que le sirvió para inyectar de presupuesto a las políticas sociales, pero viendo que la anemia aumentó, el índice de reducción de la pobreza se frenó, etc. no me cabe la menor duda que lo de la “inclusión” fue la fachada para pagar los favores políticos de este gobierno aventurero.
Políticamente, el denominado proyecto nacionalista de estos últimos cinco años, y particularmente la pareja presidencial, finalizan su mandato totalmente derrotados, con una aprobación insignificante, con una bancada congresal reducida, sin haber podido sostener una campaña electoral, sin ningún congresista y menos partido político. Ojalá que este saldo nos garantice que a los huamalas, nadines y su horda de incapaces no los volvamos a ver, pero recordemos que en nuestro país, políticamente, nada está dicho.