La dinastía agustina
El actual clima político ha introducido el término dinastía para referirse al cuarto mandato fujimorista y un posible quinto, según confesión expresa del hijo del dictador. El ingreso de ese concepto ha servido para advertirnos de todo el daño que se cierne en nuestro país si entregamos todo el poder a quienes mejor expresan lo contrario a democracia, legitimidad y honestidad. Sin embargo, temo que lo dinástico es una costumbre y estilo muy usual en la mediana institucionalidad nacional; es decir, grupos políticos que se encaramelan con el poder y cuyos gobiernos terminan atravesados por la incompetencia y la corrupción. Donde mejor puede observarse eso es en el espacio universitario y en especial en la UNSA.
Quienes se engolosinaron con el poder y gobernaron la universidad agustina por una treintenta de años, hoy afinan su puntería, con el ánimo de derrumbarla, a una gestión que no tiene ni seis meses de trabajo. Es irónico que aquellos que se resistieron a la aplicación de la nueva ley universitaria y que incluso formaron una organización nacional buscando su anulación, se presenten hoy como sus máximos escuderos. Suena cómico que el PUA, hoy con el nombre de Nuevo PUA, los mismos que feudalizaron la UNSA, reclamen “un gobierno para todos”. Suena tragicómico que los mismos que llevaron al descalabro a la universidad Agustina, con sus autoridades que han hecho del Poder Judicial su principal alameda, hoy reclamen transparencia e idoneidad.
Hoy la UNSA elige a nuevas autoridades en el marco de la Nueva Ley Universitaria. Se elegirán a los Consejos de Facultad y una nueva Asamblea Universitaria, órganos de poder y gestión claves para garantizar que la nueva administración Agustina haga los cambios que garanticen el desarrollo negado y estancado por la gestión dinástica del PUA. Así como en diciembre pasado fueron los alumnos quienes tumbaron a esa dinastía generando los nuevos aires que hoy se respiran en San Agustín, así hoy elegirán a los consejeros y asambleístas con la confianza que la UNSA puede alcanzar la excelencia académica respondiendo así a los retos que exige nuestra Región. Solo queda esperar que de ese ánimo estudiantil se contagie el profesorado agustino. Así sea.