¿Porqué votaré por Barnechea?
“¿Por quién vas a votar?” es la pregunta que se repite con mayor frecuencia a medida que se acerca el día de las elecciones. Me la hacen todos los días y cada vez con mayor frecuencia y la respuesta desencadena el inevitable diálogo donde todos fungimos de analistas políticos cuando lo real es que solo expresamos nuestra rabia y lamento.
“¿Pero, por quién vas a votar?” insisten, y mi respuesta es la misma cada vez que hay elecciones: “Yo voto a perdedor, pero conscientemente”; es decir, sé que mi elegido perderá o no tiene la mínima posibilidad de ganar, pero mi decisión está basada en que creo en ese candidato, me anima y motiva a confiar en él. Para estas elecciones ese candidato es Alfredo Barnechea.
Reconozco que fe, animación, confianza son conceptos llenos de subjetividad, pero siendo honestos, toda elección tiene mucho de esa carga, más aún en un país como el nuestro con poca o nula institucionalidad política y, sobre todo, una inacabable desconfianza que crece por lo que vemos y escuchamos todos los días. En ese sentido, mi decisión por Barnechea tiene esa carga subjetiva, pero a la vez, alguito de racionalidad, pues sé que se ha trabajado en organismos internacionales como el BID, CAN, etc. También es periodista, lo he seguido por años en revistas como Caretas con columnas que han circulado por cuarenta países del mundo y, lo más importante, es autor de varios libros que he leído y luego trabajado con mis alumnos como La República embrujada, Para salir del laberinto, El Edén imperfecto, entre otros, pues Bernechea está entre los principales pensadores latinoamericanos en la actualidad.
¿Tiene su lado negativo? Obvio, como todos. Sé que es un apasionado taurómaco y tiene aires monárquicos (el Rey de España le dio la Orden de Isabel La Católica). Sé que tiene un pasado aprista y que hoy representa a una organización política (Acción Popular) que muchos consideran un desastre las tres veces que le tocó manejar el país, pero creo que todo eso está muy distante a lo que otros candidatos vienen exhibiendo sin pudor en las actuales elecciones y que los califican como bribones, embaucadores y prácticamente delincuentes.
Justamente por las cualidades que exhibe Barnechea, muchos analistas han dicho que no es un candidato para nuestro país, que sería un presidente para Holanda o Suiza. Bueno, parece que yo quiero tener un presidente al nivel de esos países, mientras que millones han optado por tener un mandatario al nivel de un país bananero. Por eso sé que mi dictamen es romántico, soñador y perdedor; pero lo único que me queda es la satisfacción que tras esa loca decisión podré dormir con la conciencia tranquila, ya que no le di mi voto a un bandido (a).
Hay una vieja canción de Nicola Di Bari, que bien “descifra” el malestar del blogger. A saber, El último romántico.