El falso cuco religioso
El atentado terrorista que sufrió París el viernes pasado, que cobró la vida de más de una centena de personas y que fuera reivindicado por Isis, el grupo terrorista que controla amplias zonas de Siria e Irak, han desatado, como era de esperarse, no sólo olas de indignación sino también de explicaciones que mayormente apuntan a culpar a la religión musulmana, presentándola como la responsable de todos los males que últimamente ocurren en el mundo occidental, especialmente desde el 11 de setiembre del 2001, día del aciago ataque a la Torres Gemelas de Nueva York.
El islamismo o religión musulmana es, después del cristianismo, la segunda religión monoteísta más importante del mundo. Algunos datos nos señalan que la profesan un poco más de 1,500 millones de creyentes, y si bien es cierto que su núcleo se encuentra en el mundo árabe, está expandida por todo el planeta, incluyendo nuestro país y especialmente Tacna en donde han logrado construir una de sus más importantes mezquitas, el centro de adoración a su Dios.
Los especialistas en religión señalan que existen pocas diferencias sustantivas entre el cristianismo y el islamismo, incluso con el judaísmo, otra de las grandes religiones monoteístas; es más, las tres tienen como origen una misma cuna, pero lo paradójico es que el devenir histórico las ha colocado como religiones antagónicas e inclusive en “estado de guerra”, como en su oportunidad lo advirtiera el politólogo Samuel Huntington con su tesis de “choque de civilizaciones”; es decir, los conflictos o guerras que ocurrirán en este siglo motivadas fundamentalmente por diferencias culturales, entre ellas religiosas. Aunque esa tesis ha sido muy cuestionada, igual ha servido para explicar simplistamente lo que últimamente viene ocurriendo en el planeta, especialmente en los sucesos que comprometen a la cultura medio oriental.
Hay que reconocer que mayoritariamente tenemos una visión muy occidentalizada del mundo. El mundo árabe o medio oriental recién estamos conociéndolo, específicamente desde el 2001. Creo que eso hace que tengamos una visión deformada de esa cultura, y que gracias a un bien montado monopolio mediático, hoy relacionemos automáticamente el islamismo con el terrorismo, generando un odio visceral a todo aquello que es medio- oriental y haciendo dicha conexión con un elemento que me parece por demás injusto: la religión.
Simplificar lo sucedido la semana pasada en París a un asunto religioso, o a esa relación perversa musulmán=terrorista; es caer en un juego siniestro que puede agitar una mayor violencia que muchos ya anuncian como el inicio de una III Guerra Mundial. No es así y mucho menos es una guerra santa o religiosa. En todo caso, si de guerra se trata, entonces hay que reconocer que detrás de ésta existen más que intereses religiosos, intereses económicos, militares y expansionistas; intereses de larga data que la hipocresía occidental no quiere abordar y mucho menos que nos lleguemos a enterar.