La lista negra

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Ya hace una veintena de años que conocí la cinematografía de Paul Verhoeven a través de una cinta que luego se convirtió en un clásico: Robocop, que, recordarán, trata sobre un policía que, tras una balacera, termina totalmente malogrado y que luego regresa a las calles a combatir la delincuencia pero convertido en un cyborg o robot. Casi diez años después, el mismo director presentaría otra cinta que se hizo famosa por el cruce de piernas más insinuantes en la historia el cine: Bajos instintos. Allí una deslumbrante Sharon Stone, descolocaría a Michael Douglas que la investiga por un crimen.

De ese mismo director holandés, he visto recientemente La lista negra que recrea la segunda guerra mundial, pero desde la experiencia del pueblo holandés y mucho más específicamente desde las vivencias de una joven judía que luego de ver como su familia es ejecutada por lo nazis, se une a la resistencia que lucha contra la ocupación en Holanda. Esa participación llegará al clímax cuando le encomiendan que se infiltre en el cuartel general nazi, seduciendo a un alto oficial alemán para obtener información y poder liberar a un grupo de combatientes que han sido capturados.

Por más de dos horas (un exceso innecesario), la cinta va a transmitir algunas de las emociones más comunes en el ser humano que, en períodos bélicos, aumenta considerablemente: la supervivencia y la desconfianza. Así, la protagonista no dudará en usar todo recurso, incluso el sexo, como instrumento que le permita salir indemne en una época en la que ni siquiera puede confiar en los de su supuesto bando, que irónicamente, terminan siendo peor que los propios nazis en ambición y deshumanización sólo por enriquecerse con la fortuna de los judíos. Así, esta Lista negra, es la cara opuesta de la Lista de Schindler, famosa cinta en donde Spielberg nos cuenta como muchos judíos fueron salvados de las garras nazis de manera casi angelical. Por lo visto, Verhoeven no se traga ese cuento.

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