¡Aparecieron los loser!

Me imagino que desde las 6 de la mañana del lunes, o quizá un poco antes, o quizá toda la madrugada de ese día,  los teléfonos de los perdedores del proceso electoral en nuestra ciudad, no han dejado de sonar.  Me imagino que entre ellos mismos se han estado llamando con un solo objetivo: cómo pronunciarse ante la segunda vuelta electoral y, lo más importante, qué posición tomar. Ya lo sabemos, la mayoría ha “ordenado a su militancia y simpatizantes e invocado a la ciudadanía votar en blanco o viciado”. ¡Qué tal cuajo!

Si supiéramos que tienen militancia, podía comprenderse su “orden o mandato”, pero sabemos que no es así, pues todos estos perdedores son meros invitados que buscaron desesperada y ridículamente a la organización que lo acoja (no sabemos aún a cambio de qué o con qué). En ese sentido, no tienen militancia que los acompañe y mucho menos oiga.

 Tal vez alguno podrá decir que sí tiene una organización y que eso le da autoridad para pronunciarse en esta coyuntura. Aún siendo eso cierto, igualmente no tiene ninguna autoridad porque de lo que se trata es saber hacer política; es decir, no estar en vitrina únicamente en coyunturas electorales, sino jugárselas permanentemente y fundamentalmente estando en sintonía con las urgencias de la población en el día a día. Sabemos que pasadas las elecciones, nuestros “políticos” volverán a sus sarcófagos y resucitarán de aquí a 2 ó 4 años, cuando las elecciones vuelvan a resonar.

 Pero independientemente de estos considerandos, hay uno más poderoso: una postura ética que, entre otras cosas, nos enseña a saber reconocer al ganador. En ese sentido, ¡qué feo se les ve a los mujicas, romeros, portocarreros, llicas y demás rumiando su derrota!