Entre atolondradas y prontuariados
Ya tenemos los resultados de las supuestas elecciones internas que han tenido que cumplir las organizaciones políticas que pretenden alcanzar el Gobierno Regional y Provincial de Arequipa. Las resultas de las mismas no pueden ser más que decepcionantes: improvisados, prontuariados, engendros políticos, etc.; es decir, un panorama que nos indica que en lugar de mejorar, empeoramos en el escenario político local.
En anterior post, mencioné que el actual panorama electoral podría ser interesante, ya que se contaba con la presencia de dos mujeres que lo refrescarían, puesto que eran sinónimo de renovación, no sólo física sino también propositiva en bien de la región. Cuan equivocado estaba, pues ellas son la principal desilusión en lo que va de la carrera electoral, pues de los otros; es decir, los mujicas, cáceres, delgados, etc. sabemos que buscarían como sea su reacomodo, sin miramientos ni escrúpulos, pues, al fin y al cabo, lo único que persiguen es medrar del poder. Las jóvenes y supuestas alternativas, Alejandra Aramayo y Yamila Osorio, han demostrado que son más de lo mismo.
Aramayo, por ejemplo, no ha tenido el mínimo rubor en cambiarse de organización política para candidatear al Municipio Provincial. En pocas semanas, ha demostrado ser el típico ejemplar que coqueta con varios, dice sí a todos y termina representando a una organización que ni siquiera tiene seguro que tendrá candidato al Gobierno Regional. Sabemos que perdería en cualquier opción que se presentara, pero por lo menos esperábamos una actuación basada en la decencia que le permitiría asentarse para las elecciones al parlamento. Su precipitación y desaguisado político, cual quinceañera siliconada, la descalifica políticamente.
El caso de Osorio es peor, pues ha permitido que Arequipa Tradición y Futuro la organización electoral que la ha cobijado, le imponga como cabeza al Provincial a un prontuariado, alguien acusado de matar en su quirófano a pacientes que confiaron en él; alguien que no tiene carrera política y que se escondió en ella justamente para sortear a la justicia. Es decir, si Osorio quería usar su juvenil figura como sinónimo de renovación, si quería explotar su frescura como un equivalente a la innovación y corrección que tanto reclama la política local, lo que nos ha demostrado es que es una arcaica y fea más de las que abundan en nuestro contexto político.
Me pregunto qué pensará Juan Manuel Guillén de esa chamusquina engendrada en su propia organización, aquella a la que quiso inyectarle los valores de la decencia, la ética y la inteligencia como principios rectores de una propuesta política regional. Me pregunto qué pensará al ver que su organización quedó reducida a manos de una azorada jovenzuela que lo representará al Gobierno Regional y de un delincuente que lo representará en la Provincial.