Víctor Hugo Linares Huaco

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Víctor Hugo Linares Huaco es un don nadie, académicamente hablando, si nos atenemos al recuento que tiene el ciberespacio de cada uno de nosotros. Ningún ensayo, ni un solo artículo, menos un libro. Lo que Google recoge de él es una vida dedicada a la administración: Jefe de Departamento, Director, un sinnúmero de decanatos, vicerrectorado, etc. Es decir, Víctor Hugo Linares Huaco ha tenido una vida dedicada más a la burocracia que a la academia; sin embargo, eso no es obstáculo para que haya sido elegido Rector de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA).

La misma condición la tuvieron sus inmediatos antecesores; es decir, oficinistas más que intelectuales. Quizá esa podría ser la razón por la que la UNSA cayó en el más profundo descrédito: dejarse manejar por burócratas y no por letrados. Si a ello le sumamos que tales oficinistas, en lugar de cumplir con los objetivos institucionales, optaron por satisfacer apetitos  pandillescos, entonces podemos entender porqué esta universidad terminó envuelta en escándalos de mal manejo y corrupción.

 Este escenario coloca al flamante rector agustino en una situación muy ventajosa,  para él  y para la propia universidad: dar un golpe de timón y demostrar que no seguirá siendo un eslabón más de una cadena carcomida y maloliente, demostrar que la UNSA puede recuperar la prestancia de años anteriores y retomar la luz del  faro que le dio nacimiento: “Casa de la Sabiduría”.

 Víctor Hugo Linares Huaco cuenta con todas las ventajas para que eso ocurra: una comunidad docente y estudiantil  lo suficientemente asqueada por tantos años de incompetencia y pudrición que desea voltear rápidamente la página, no perder más el valioso tiempo y ponerse a la altura de los retos que demanda la región y el país; la sociedad arequipeña que también ansía que la UNSA recupere su tradicional brío para, de esa manera, sentirse orgullosa de que sus hijos estén profesionalizándose en sus claustros, y, finalmente, todos los recursos económicos para ejecutar las investigaciones, los proyectos académicos, los planes de proyección social, las actividades culturales, publicaciones; es decir todo aquello que hace que en un escenario global como el que vivimos, la universidad ocupe un lugar con seriedad y proyección.

 Con todo eso a su favor, lo único que podría ocurrir para que Víctor Hugo Linares Huaco, el nuevo rector agustino no haga nada, es falta de voluntad, coraje y decencia. Queremos creer que sí las tiene, pues  lo he tratado varias veces y es alguien que no se esconde en gafas oscuras o te rehúye la mirada; le gusta hablar directo y con voz afirmada y no de manera entrecortada o zigzagueante; pertenece a esa vieja hornada de militantes comprometidos ideológicamente, así estuvieran equivocados y no de aquellos que no profesan ideales y que veletan según la ocasión;  y, principalmente, se le ve como un buen hijo que ama a su madre y no le gustaría que su apellido esté en boca o manchado por titulares acusándolo de corrupto y menos serpenteando por los pasillos del Poder Judicial.

 Queremos creer que tales fortalezas personales, se proyectarán a su gestión. De ocurrir eso, reivindicará a su Facultad de donde proceden los dirigentes que ensombrecieron  la Casa Agustina,  a su agrupación gremial para dejar de creer que su elección no fue más que un acuerdo mañosamente arreglado con alcahuetería incluida y, lo fundamental, devolverle a la UNSA  la condición que jamás debió perder: centro de estudios superiores, conjuncionadora de ciencia, tecnología y cultura.

 Cien días son  los que se le concede a toda flamante autoridad para sentar las bases de su gestión. Ojalá que en agosto, no sólo estemos celebrando un aniversario más de nuestra región, sino también respiremos los nuevos aires agustinos. Ojalá. De no sentirlos, comprobaremos que, nuevamente, San Agustín quedó sumido en la nada, muy a tono con sus últimas autoridades.

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