Entre pactos y payasadas
Me imagino que con mucho desdén, varias de nuestras autoridades vienen cumpliendo las órdenes del cronograma electoral. Así, varios han tenido que renunciar a los cargos que ostenten actualmente para optar por otra función pública o quedarse en el actual señalando un destino inmediato aún por resolver. Es el caso de nuestro alcalde provincial a quien muchos veían como un competidor seguro para el Gobierno Regional. Hoy sigue sentado en el sillón edil, supuestamente sin definir su futuro político.
Nuestro alcalde ha dicho al respecto que a eso lo obligó su partido político y que él, leal y subordinado militante, sólo le tocó obedecer. Otros trascendidos señalan que lo real es que no llegó a ningún acuerdo con Juan Manuel Guillén, obligándolo a dar un paso al costado, puesto que no podría ganarle a alguien que tendría la mayor maquinaria política de la región, producto de sus casi eternos mandatos, ya sea en el gobierno regional como provincial.
Creo que ninguna de ninguna de las explicaciones son ciertas. Es imposible creer que el alcalde se someta al mandato de una organización que es de su propiedad, como son la mayoría de agrupaciones que han aparecido últimamente en nuestro país y que tienen un carácter eminentemente electoral. Asimismo, es imposible creer que haya tenido un desacuerdo con Juan Manuel Guillén para prorratearse la torta del poder regional.
Mi sospecha es que sí hay un acuerdo, un pacto entre ellos, que son, a la vez, los políticos más importantes de nuestra región. A ambos les conviene mantenerse en el cargo, han muchos intereses y entuertos que se han tejido en estos últimos años como para abandonarlos. Eso sería una peligrosa irresponsabilidad. En ese sentido, creo que han concretado una alianza electoral para garantizarse mutuamente la permanencia en sus cargos.
Tal acuerdo tendría varias aristas: nada de insultos ni acusaciones y mucho menos pedidos de investigación de sus respectivas gestiones. Es decir, una campaña light. Otra arista importantísima es el montaje y puesta en marcha de la campaña; o sea no molestar y mucho menos desmantelar lo que hacen los comercios electorales que hoy se encargan de llevar a cabo las campañas, las mismas que antes estaban en manos de fieles militantes que creían en su líder y agrupación. Un cambio significativo de la forma de hacer política hoy es justamente esa: la ausencia de militancias, gente dispuesta hasta de sacrificar sus vidas por un ideal o un dirigente. Hoy, el llenado de una plaza para un mitin hasta el simple pegoteo de afiches tienen un costo, sino que lo digan los dirigentes del Cono Norte, o nuestras autoridades.
Hay pues un pacto entre Juan Manuel Guillén y Alfredo Zegarra. Parte del mismo es decirle a la prensa que no existe, poniendo caras tristes o compungidas. Pero, ya sabemos que para actuar y principalmente hacer payasadas, nuestros políticos son perfectamente oscarizables.
Una descripción casi exacta del pacto en defensa no del trabajo sino de la corrupción de las dos gestiones mas desastrosas en Arequipa, solo esperemos que pueblo arequipeño entienda que LA REELECCION ES CORRPCION.
Los procesos electorales siempre se han caracterizado por un sin fin de actividades como acuerdos, alianzas, etc., los cuales son armas y estrategias que nuestros políticos realizan para conseguir objetivos mutuos; con respecto a nuestros representantes a nivel provincial y regional, están tomando actitudes que supuéstamente en opinión de ellos mismos son las mejores para evitar comentarios o generar ciertas expectativas en la ciudadanía y estar siempre vigentes; pero es obvio también, que las personas nos damos damos cuenta o vemos más allá de lo evidente o de lo que ellos desean que veamos.