¿Electorado o electarado?

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Es muy probable que, luego de saberse el resultado final del proceso revocatorio en su contra,  la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, parafraseando a Pirro, haya dicho:”De que vale  haber ganado, si me quedo sola”, reflejando así un auténtico sabor a derrota de las elecciones del domingo pasado que se centró en Lima, pero que captó la atención  nacional.

Más allá de lo sucedido y del nuevo panorama que se le presenta a la alcaldesa en particular y a la izquierda peruana en general, lo que me ha llamado la atención de ese resultado, es el caprichoso modo con que el electorado votó en esta sonada revocatoria, y que reabre el debate acerca de la conducta y opciones de nuestro electorado.

Se ha venido diciendo, por ejemplo, que más que electorado tenemos un “electarado”; es decir, una masa irresponsable al momento de emitir su voto, eligiendo como autoridades a verdaderos impresentables de la política nacional. Muchos contradicen  tal calificativo otorgándole a esa masa o pueblo una cualidad divina  (Vox populi vox  dei), que hacen incuestionables las decisiones o actos populares. Un tajante opositor a dicha creencia era el notable filósofo Karl Popper, advirtiendo  del carácter irresponsable de ese poder, ya que, entre otras cosas,  se esconde en el anonimato.

Lo ocurrido en la revocatoria contra Villarán plantea nuevamente ese debate; es decir, ¿la decisión de la población el domingo pasado, fue un acto responsable o irresponsable? Dicho en otros términos, ¿se actuó como un electorado o confirmó su actitud de electarado?

Unos plantean que la decisión de la población  ha sido sabia, pues los resultados nos dicen que optaron por la permanencia de la alcaldesa, pero no de su equipo. Es decir, se habría actuado con cierta benevolencia con Villarán permitiéndole que termine su gestión, evitando, de paso, un gasto innecesario con otras elecciones.  Sin embargo, otros creen que los resultados del domingo se suma a la perla de taradeces de nuestro electorado, pues a pesar de esa generosidad, igual habrán elecciones; es decir, más gasto. Es más, al haberle quitado todo su equipo de trabajo, la alcaldesa queda totalmente sola, haciendo más difícil que finalice su gestión óptimamente.

Sospecho que lo ocurrido el domingo pasado es una muestra más de la típica conducta nacional, la de la puerta entreabierta, nunca abierta o cerrado, sino “a medias”; la del “maomenos”, nunca bien o mal. En otras palabras, una muestra más de la cultura chicha  que nos atraviesa y que tanto daño nos hace como país.

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