Adiós ‘Pueblo’ de Arequipa
Ante la noticia, solo me quedó agradecer porque no había contrato y mucho menos remuneración alguna (es más, creo que la Corporación no me hacía favor alguno, sino lo contrario). Sin embargo, me inquietó la llamada y no pude dejar de averiguar el trasfondo de dicha decisión que me llevó a saber que tras dicha sentencia estaba un jugoso contrato con el municipio provincial para publicar una serie de suplementos prozegarristas; es decir, para levantar, en algo, la alicaída imagen de Alfredo Zegarra, nuestro bendito alcalde a quien en una de mis columnas tildé a su estilo edil de “zegarradas”. También averigüé que cayó muy mal un comentario mío acerca de la universidad agustina que en la últimas semanas protagonizó una huelga de hambre estudiantil en la mismísima entrada al rectorado.
Estoy muchos años metido en el periodismo y lo que me ha pasado no me extraña, pues en el mundo periodístico es una constante esa relación perversa entre poder político y medios de comunicación. La historia de la prensa peruana, principalmente de los últimos años, está contada con la voz o las palabras dictadas por el dinero. En provincias esa relación es mucho más retorcida por la fragilidad de los medios que muchas veces tienen que someterse al dictado de quién le paga la planilla o llena la billetera. Con excepciones que parecen contraculturales, tanto los medios como el poder político aceptan esa relación de una manera tan natural que ya nadie se extraña, constituyéndose, incluso, en parte del presupuesto anual que el sector público debe destinar para comprar a los medios o periodistas, práctica que desde un punto de vista ético es censurable, pero que desde lo legal es un delito, ya que se trata de nuestro dinero.
Desde esa perspectiva, que El Pueblo me haya censurado apagándome su micrófono y señal, y cerrado mi columna, me ennoblece porque se cuáles son las auténticas motivaciones que los ha movido. Así que, desde su visión tradicional, seguro que nuestra autoridad edil y sus franeleros deben estar felices creyendo que así se acabó la crítica. Y seguramente creerán que el suplemento de 24 páginas que regalaron este domingo por todo Arequipa, plagado de loas zegarristas y errores ortográficos, ha reavivado el romance incondicional que la población debiera tenerle al alcalde. De igual manera, algún directivo de El Pueblo debe estar creyendo que ya me silenció para que alguna de sus mujercitas pueda conciliar el sueño sintiéndose libre de las denuncias por malas artes en la gestión universitaria. Allá ellos con su visión tradicional y reducida, pues parecen no darse cuenta que hoy la información y opinión se crean con mayor velocidad e incluso veracidad, en los medios virtuales como este. Así que, adiós a El Pueblo, gracias por hacerme sentir, por un instante, importante.
Felicitaciones Sr.Vargas, lo importante es ser franco con uno mismo y mantener la linea periodística intacta, respaldar y ser consecuente con sus opiniones. Ahora, las acciones deberán continuar.
Los que te conocemos sabemos que eres "importante", por tu calidad al momento de escribir eres claro y concreto, es digerible para cualquier ciudadano y lo que es aún mejor "hablas con la verdad". No todos tienen ese talento innato, te haz esforzado en conocimiento y análisis del acontecer de esta ciudad.
Lástima por el diario, porque pierde "Un hijo del pueblo".