Santos y las zegarradas

Gregorio Santos, el presidente regional de Cajamarca y tempranero candidato presidencial, está de moda. En medio de una huelga indefinida que encabeza en su región, ha lanzado un grito de guerra a todo el pueblo cajamarquino y, de paso, a todo aquel que no comulgue con Ollanta Humala, nuestro presidente. El grito es “sacarlo” del palacio de gobierno; es decir, revocarlo, derrocarlo.

Santos no ha aclarado, cómo hay que hacerlo, si al estilo militar, lo cual le obligaría a hacer alianzas en el pentagónito; o al estilo evomoralista, que de seguro es con el que más sintoniza. No está definida pues la fórmula, pero sí la intención: echar de una patada a Humala. Las razones para tamaña intención estarían hartamente justificadas. Según Santos, el presidente Humala ha “incumplido con sus promesas, ha mentido al electorado y ha traicionado la confianza de quienes creyeron en él”.

Supongamos que tales razones serían suficientes para echar a una autoridad, supongamos que nos contagiamos de los delirios de Gregorio Santos y miramos, con los mismos argumentos, lo que pasa en nuestra ciudad. Es decir, qué deberíamos hacer, por ejemplo, con nuestro bendito alcalde provincial Alfredo Zegarra, que no sólo ha “incumplido con sus promesas, ha mentido al electorado y ha traicionado la confianza de quienes creyeron en él”, sino que, además, cachacientamente se burla de las prohibiciones que le ordena el Ministerio de Cultura y de otras disposiciones legales, para continuar con sus zegarradas; es decir, obras que son concebidas egocéntricamente, sin planificación y sin respeto alguno al entorno o valores históricos de la ciudad?

Me imagino que ante un personaje de esas características, el delirante de Santos no sólo lo revocaría o echaría a patadas del municipio, sino que lo quemaría en plena plaza pública, con tintes y lacas para que nuestro alcalde no sufra mucho. Para suerte de Zegarra (y lamentación de muchos arequipeños), eso no pasará, pues lo de Gregorio Santos es eso: santosadas delirios de alguien realmente trastocado que afligirá un poco al país, pero mucho más al pueblo cajamarquino que lo tendrá que soportar tres años más.

Para suerte de nuestro bendito burgomaestre, en Arequipa no aparecerá un Santos que quiera echarlo a patadas por violador de normas, irresponsable y demagogo. Es más, si hubiera algún rasgo que indicara que aparición un delirante tipo Santos, hay que evitarlo inmediatamente, pues nuestros odios no pueden conducirnos a trastocar todo el orden constitucional y mucho menos el Estado de derecho. Tenemos que asumir responsablemente que así como elegimos a nuestras autoridades tenemos, también, que garantizar que cumplan con su mandato, así sean unos mamarrachentos, que lo único que saben hacer es mamarrachadas o zegarradas.

Ojalá que la actual crisis que vive el país y también nuestra ciudad con sus autoridades, nos ayuden tener una mayor conciencia al momento de elegirlas. Es decir, ojalá que dentro de tres años, para el caso de autoridades locales y regionales y dentro de cuatro para las nacionales, sepamos por quién votar, con conciencia y sabiduría. Pues, al fin y al cabo, nosotros somos los principales responsables de tantas humaladas, santosadas, guillenadas y zegarradas.

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