No puedo dejar de pensar en Saturno cuando escucho al patriarca de los Humala, don Isaac, despotricar contra su hijo, deseándole el peor de los males. Su hijo es nuestro presidente, y, constitucionalmente hablando, el presidente representa a todo los peruanos; por tanto, el bueno de don Isaac despotrica y desea el peor de los males, a todos nosotros.
Pero, ¿qué tiene que ver Saturno con todo esto? Recordemos que según la mitología romana, Saturno es el dios que termina comiéndose a su hijo por temor a que lo destronase. Es decir, el egoísmo y el temor de perder el poder son más fuertes que el amor filial. Como sabemos, estas figuras mitológicas han sido referentes obligados para que las ciencias de la conducta analicen el comportamiento de las personas; en ese sentido, el caso de don Isaac merece una interpretación psicológica o psiquiátrica, pues de qué otra manera puede entenderse ese afán protagónico de querer torpedear la gestión presidencial de su propio hijo; es decir, “devorarlo”, como lo ilustra el famoso cuadro de Goya.
Hay que empezar a sospechar que el patriarca tiene una mente retorcida que, pareciera, ha proyectado al resto de su familia, no sólo inyectándoles ese afán desmedido de poder, sino de conseguirlo a como dé lugar. Solo así podría explicarse porqué todos los hermanos, empezando por Antauro, hasta los que estaban invisibilizados, ahora reclaman cámara para salir a ganar un poco de protagonismo usando la fórmula de torpedear al hermano presidente.
Linda la familia presidencial. Ojalá que esos desvaríos conductuales, que de hecho los tiene el propio presidente, no terminen dominándolo, pues sería perjudicial para el país, además que ya estamos cansados de estar gobernados por jefes de Estado que no pueden lidiar con los Ballantines etiqueta azul o con el Lithium.