Identidad y cultura, freno o acelerador del desarrollo. El caso de la Macro Región Sur

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Aunque eufemísticamente, tanto las dirigencias locales y nacionales, hayan dicho que se ha suspendido, lo real es que la huelga de la docencia universitaria nacional ha llegado a su fin. Cerca de cinco meses (sumando las dos huelgas que ocurrieron el año pasado), sólo deja un saldo lamentable: la pérdida irrecuperable del tiempo que perjudica exclusivamente a los alumnos más pobres, aquellos que están en condición de alumnos regulares y que sólo pagan una vez al año, al momento de matricularse; pues, todos sabemos que los alumnos que pagan mensualmente, aquellos que están en maestrías, segundas especialidades, diplomados, etc., para todos ellos, la huelga no existió, ya que para ellos, los profesores huelgistas asistieron religiosamente.

La huelga ha sido, también todos los sabemos, totalmente parcial; es decir, no sólo la acataron un pequeño número de universidades, sino también, al interior de las que estuvieron valientes y combativas, sólo la acató otro pequeño número. El resto, trabajó casi normalmente. Una muestra de ello es la publicación del número 16 de Sociales, revista de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSA que salió en medio de la huelga por el tesón sus responsables: Edgard Chalco y José Luis Ramos. De ese número, les presento un trabajo que expuse en el XXVI Congreso Latinoamericano de Sociología que se realizó en Guadalajara, en agosto del año pasado.

Identidad y cultura, freno o acelerador del desarrollo. El caso de la Macro Región Sur del Perú
No ha sido muy feliz el encuentro entre Arequipa y el presente siglo, pues la autoproclamada Segunda ciudad del Perú, muestra una situación desventajosa en varios planos, desde el económico hasta el político, pasando por el ambiental e incluso el cultural. De esta manera, la llamada Ciudad Blanca, cuna de revoluciones, protagonista principal del Perú republicano, a decir de Jorge Basadre, hoy ha perdido dichas calificaciones para convertirse en una ciudad que no sólo sufre los efectos de la crisis del país, sino fundamentalmente, de protagonismo o ubicación en el escenario nacional. Arequipa ya no es sentida y ni siquiera escuchada.
La razón de esta situación no sólo deberíamos buscarla en el nivel económico, sino también en el cultural. Es decir, creemos necesario hurgar y entender las modificaciones que se han venido produciendo en la Ciudad Blanca para que la famosa expresión León del sur quede sólo en un nostálgico recuerdo. Para decirlo de otra manera, de lo que se trata es encontrar el quiebre de esa vía que motivó los contundentes movimientos sociales arequipeños en búsqueda de la modernización de la ciudad y el país, para conducirnos por la otra, estancada, en regresión, premodernizada.

1. Breve repaso histórico.-
Con la independencia del Perú, en 1821, las rutas comerciales del territorio peruano se reordenaron en función de las necesidades del incipiente mercado interno, no necesariamente de dimensión nacional. En este nuevo proceso, el área del sur andino, encabezado por Arequipa, mantuvo intensos lazos productivos y comerciales con Bolivia, en desmedro de su vinculación con la zona norteña de Argentina.

El liderazgo de Arequipa posibilitó la creación de una activa capa de comerciantes con intereses locales y regionales que no encontraba correspondencia con el pequeño Estado peruano. La imposibilidad de éste en articular los múltiples y dispersos intereses del país fue la razón principal de la instabilidad de los gobiernos hasta la década de 1860. La poderosa influencia del sur, con Arequipa a la cabeza, se deja sentir en la política nacional, poniéndose de manifiesto con la construcción, en 1868, del ferrocarril del sur, el más extenso del territorio peruano del siglo XIX y que permitió el fortalecimiento de la burguesía comercial arequipeña.
Hacia 1874 el ferrocarril unía la ciudad de Arequipa con la de Juliaca. Eso ha permitido que muchos historiadores señalaran que ésta fue la primera región eficaz, rápida y económicamente integrada que aparece en la historia republicana, superando incluso a Lima; pues la capital del país, si bien comerciaba con relativa intensidad con el área central, no llegó a contar con el ferrocarril a La Oroya hasta 1895 .

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2. Arequipa y el descentralismo.-Cuando a comienzos del siglo XX, el ferrocarril llegó a integrar Juliaca y Cusco, el desarrollo del sur alcanzó su mayor nivel. Esas condiciones permitieron que en Arequipa se gestaran las primeras manufacturas locales y con ellas la aparición no sólo de un incipiente proletariado sino también de un sector de capas medias con aspiraciones burguesas, y un vigoroso núcleo artesanal. En este escenario surge el Partido Liberal Independiente de Francisco Mostajo y Lino Urquieta que ardorosamente propusieron y lucharon por transformaciones radicales para entonces, como la reforma agraria, leyes favorables para el proletariado , etc. Estas propuestas de alguna manera fueron oídas y ejecutadas por el gobierno de José Pardo entre 1915 y 1919.

Uno de los más importantes logros de las capas medias arequipeñas entre 1930 y 1960 ha sido el impulso de una conciencia descentralista al nivel de todas las provincias del país. Esta movilización ideológica de contenido descentralizador apuntaba no solo a desconcentrar la labor administrativa gubernamental ejercida desde Lima, sino a crear gobiernos locales y departamentales con autonomía económica y administrativa.

La insurgencia militar de Sánchez Cerro en agosto de 1930 reivindicó el descentralismo por presión de los arequipeños . En julio de 1931 se formó una Liga Autonomista, inspirada por el industrialista Manuel J. Bustamante de la Fuente. La elaboración de la constitución de 1933, en la parte correspondiente de los Consejos Departamentales, tuvo decidida intervención de los sureños. Lo mismo se pude decir de la Ley Descentralista de septiembre de 1933 .
Los gremios del sur, interesados en la expansión del mercado nacional, se aglutinaban para exponer sus puntos de vista críticos o favorables a las medidas de gobierno. La Conferencia Económica del Sur de 1932 se refería adversamente al papel de los agroexportadores e, indudablemente, esbozó una alternativa de desarrollo de la región. Las reuniones de las Cámaras de Comercio del Sur (Arequipa, Cusco, Puno Moquegua y Tacna) tuvieron repercusión nacional, e incidieron en las políticas económicas .

Las movilizaciones populares conducidas por las capas medias arequipeñas en 1950 y 1955 remecieron al gobierno de Odría. Esta última especialmente no sólo logró derribar al ministro de gobierno, sino crear el clima electoral que removió al Ochenio . En los debates parlamentarios del segundo gobierno de Prado (1956-1962) en los temas sobre descentralismo destacan los parlamentarios arequipeños de la Democracia Cristiana, en especial el diputado Jaime Rey de Castro. Eran las épocas, pues, que Arequipa se ganó el calificativo de León del Sur.

3. Presencia actual.-
Definitivamente, el Perú de hoy no es el mismo. Nunca como en la actualidad el país ha estado tan centralizado debido a una política deliberada impulsada por los últimos gobiernos. Frente a ello, las burguesías regionales han perdido las fuerzas y el impulso que alguna vez tuvieron. De manera particular, la burguesía arequipeña parece no existir y si bien a veces aparece con algunas propuestas, éstas son desoídas . Incluso las luchas de los sectores populares, ya no representan la beligerancia de antes . A ello hay que sumar, lamentablemente, la falta de liderazgo local . Arequipa, pues, ha perdido protagonismo y su capacidad de liderazgo en la escena nacional.

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4. Buscando al characato , la identidad reconstruida.-
Una de las explicaciones más comunes que se oyen sobre la situación arriba descrita está ligada a la composición actual de la población arequipeña. Para muchos, ya no existe el arequipeño. Existen migrantes o invasores andinos que habrían desplazado los valores e identidad local imponiendo los suyos, y, por tanto, convirtiéndose en la verdadera causa de la descomposición y crisis actual. Quienes sostienen esto guardan en realidad una imagen idílica de Arequipa y de lo arequipeño que creemos importante explorar para entender y encontrar algunas salidas.

4.1 El orgullo arequipeño.-
Indudablemente, un aspecto que distingue la identidad arequipeña es el orgullo que, elevado a su máxima expresión, les hace decir que son una República Independiente , que, en el fondo, es una forma más de pretender tomar distancia del resto del país señalando que son mejores que el resto. La raíz de este alucinado imaginario la encontramos en una mezcla causal cuyos ingredientes son la historia, religión e, incluso, geografía. Hagamos un breve recorrido de estos componentes para entenderlo mejor.

Entre las bases del orgullo arequipeño, cabe destacar su espíritu católico. Como sabemos, Arequipa es también conocida como la Roma de América, queriendo resaltar así su peculiar religiosidad, muy diferente a Lima o cualquier ciudad del país, que permite hablar de un Catolicismo Arequipeño, originado, históricamente, por la trascendental participación que tuvieron clérigos arequipeños en la fundación de la República peruana, valga decir, Mariano José de Arce, el Dean Valdivia y Francisco Javier de Luna Pizarro.

Más terrenalmente hablando, el tradicional orgullo arequipeño también se asienta en su geografía, en esa conjunción urbano-rural que tanto destacó José Luis Bustamante y Rivero y Víctor Andrés Belaúnde que generaría un especial comportamiento social o cultural expresado en su habla, comida y arquitectura.

El orgullo arequipeño también se sustenta en su producción intelectual y artística. La Ciudad Blanca tiene fama de ser un viejo solar de intelectuales, fuente de inspiración ideológica de todo matiz; vertiente de artistas que encontraron aliento a sus talentos en su límpido cielo o en la blancura de sus sillarescas paredes. Como lo reza su himno, es vivero de jóvenes soñadores y rebeldes.

Como lo señalamos líneas arriba, justamente la rebeldía es la que le confiere a Arequipa el sustento más importante para afirmar su famoso orgullo. Repitiendo nuevamente a Basadre, Arequipa es la gran protagonista del período republicano por su espíritu rebelde y revolucionario. Varios levantamientos así lo corroboran. Hasta bien entrado el siglo XX, el rumbo que seguía la política del país estaba en función de lo que los arequipeños determinaban con actos valerosos.

4.2 El orgullo actual.-
Si todo lo descrito arriba sirvió para construir el orgullo arequipeño, hay que preguntarse qué queda de todo eso para seguir sustentándolo. O mejor dicho, sobre qué bases se construye ahora el orgullo, o éste simplemente no existe. Pues, hay que reconocer que La Ciudad Blanca ya no tiene ni cielo azul o paredes blancas ; no somos crisol de intelectuales y mucho menos pauteamos la vida política del país. Hoy, más nos ajustamos a esa difícil relación Estado-sociedad que caracteriza la vida nacional basada en la trasgresión y del cual hay poco o nada de qué sacar pecho.

En la Arequipa actual hay ausencia de autoridad, mucho menos tenemos liderazgo. Esta existe básicamente para las portadas, reuniones o escandaletes, pero no para controlar el orden o respetar la ley, como sucedió en la reciente huelga . Frente a esa ausencia, es comprensible que haya quienes amenacen paralizar la ciudad de acuerdo al humor de algunos dirigentes, pues son sus fuerzas y no las reguladas y aceptadas socialmente, las que importan, las que terminan imponiéndose .

Ahora, las huelgas no sólo sirven para expresar el descontento de la población contra el gobierno, sino también para develar otros aspectos que siguen latentes, como fue el caso de la ocurrida en junio del 2006. Allí, por ejemplo, fue clara la presencia del viejo discurso racista . La frustrada marcha de los polos blancos que se oponía a la continuación de la huelga por la amenaza de los polos rojos que planteaba la radicalización de la misma, ha revelado la vieja división entre los blanquitos y los cholitos, o, para ser más precisos, entre los auténticos arequipeños y los puneños que hay que tomarla en serio porque no hace más que dividir a una cuidad que necesita de la unidad y del reconocimiento de su diversidad cultural para salir adelante o, más específicamente, devolverle a la ciudad la expectativa de que es posible pensar un futuro. Mostrar desinterés en ese aspecto, significaría, también, que los arequipeños se han olvidado que la denominación de Ciudad Blanca no quiere decir que ésta haya sido una ciudad exclusivamente de blanquitos ojiverdes. Arequipa ha sido india y si algo la caracteriza actualmente es su carácter altamente mestizo . Ahora, eso no significa desconocer que en los últimos lustros existe una explosión migratoria que ha hecho de esta ciudad un espacio mucho más plural y heterogéneo que antes. Y eso es justamente lo que parece desconcertar al arequipeño ortodoxo, pues la visión unitemporal ha desaparecido para dar paso a distintas culturas, diversas formas de existir. La homogeneidad, si alguna vez existió, ya no existe más.

Desconocer ese nuevo escenario, hará que el orgullo arequipeño siga anclado en el pasado. Es absolutamente saludable que éste se asiente en el presente para que Arequipa y el resto de la región sur sueñen un futuro colectivo. De no hacerlo, tendremos que aceptar que la nuestra es una sociedad que se está precarizando, que se torna cada vez más conflictiva y, lo peor, que es impredecible. Si es así, habría que preguntarse entonces, ¿de qué nos enorgullecemos?

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5. Interculturalidad y proceso regional.-
El referéndum del 2005 que definiría la formación de las macroregiones, abriendo así un nuevo capítulo en la historia del Perú, el del descentralismo, fue una oportunidad perdida. El sur participó en ese proceso electoral con la propuesta de formar una Macro Región Sur (MRS) integrada por Arequipa, Puno y Tacna . La gran ausente fue Moquegua que desnaturalizó el espíritu y la conveniencia de una auténtica integración regional. A pesar de ello, hubo muchas razones para iniciar ese proceso , pues a todas luces beneficiaría al Sur. Sin embargo, las encuestas de entonces anunciaban que ganaría el “No” en esa elección debido a que en las últimas semanas el debate empezó a teñirse, nuevamente, con argumentos raciales .

Así como ha ocurrido en Arequipa, cada región del sur, y en general toda sociedad, desarrolla una cultura acompañada de un sentimiento etnocéntrico para satisfacer su necesidad de afirmación e identidad propia. En ese sentido, es comprensible que cada región exprese sus temores o expectativas de superioridad y dominio. Sin embargo, esos argumentos deberían diluirse cuando la madurez de una sociedad se impone, pues la visión de un desarrollo común y compartido no sólo sintoniza con las tendencias del mundo actual, sino que es mucho mejor que cualquier aspiración que sólo mira el ombligo. Pero más allá de eso, así como en este trabajo lo hemos hecho para Arequipa, es importante saber sobre qué se asienta esa visión etnocéntrica de las regiones del sur que nos serviría para entender, en algunos casos, la cultura suicida de alguna de ellas y también para elaborar estrategias de intervención con proyectos interculturales para resolver las trabas que esa realidad presenta.

La expectativa en ese referéndum era que triunfara el SI para dar inicio al proceso descentralizador. De haber ocurrido, ya se estaban preparando una serie de herramientas, entre ellas de gerencia social, que tiene, a nuestro entender, una tarea que la obligaba a prepararse y fortalecerse, pues de haberse producido la conformación de la MRS, era importante afinar el trabajo para que la frustración no sea el resultado inmediato de ese nuevo proceso histórico al que se abría nuestro país y en especial la región sur. Eso pasaba por producir y guiar los proyectos sociales más propicios para reducir y acabar con la pobreza que, en definitiva, es uno de los graves problemas de esta región. Si a ello le sumamos el desarrollo económico y social que históricamente reclama el sur, estaríamos sentando las bases para una verdadera transformación de nuestra sociedad, acabando, de paso, con otro de los graves problemas del sur: la descapitalización humana que significa que los mejores talentos, jóvenes muchos de ellos, migren, ya sea al extranjero o a Lima, como destino más cercano.

Si embargo, abrumadoramente ganó el “NO”, como lo vaticinaban las encuestas. Más allá del desaliento, lo bueno de ese resultado es que todos los comprometidos en políticas sociales tendrán mucho tiempo (cinco o cuatro años) para hacer su tarea: trabajar para diluir las fronteras principalmente culturales que impiden una visión de conjunto. En realidad, aunque no lo es, se trata sencillamente de que, a través de un proyecto de diálogo intercultural, logremos hacer consciente y aceptemos una relación histórica ya existente entre los pueblos del sur peruano. Parafraseando a Palma, debemos reconocer que todos en el sur tenemos de puneños, tacneños, arequipeños y también moqueguanos.

La tarea es pues, lidiar con nuestros imaginarios, profundizar en las mentalidades y borrar esos fantasmas que hoy se presentan como obstáculos de integración y desarrollo. Si esos fantasmas siguen presentes y van a ser usados nuevamente como argumentos centrales en el debate del próximo proceso eleccionario para formar la MRS, le estaremos haciendo el juego a la política partidaria, aquella que, muchas veces dirigida desde Lima, ha actuado como un lastre para el destino del país.

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