De Chehade a Movadef, la misma cojudez

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Como estamos acostumbrados, la política nacional ha dado un giro monumental de una semana a otra; es decir, hemos pasado del caso Chehade al caso Movadef. Como estamos acostumbrados, ambos casos se han abordando con las mismas características que desnudan las limitaciones y el descrédito de nuestra política; es decir, con permisividad y complicidad; con indecisión y con una absoluta falta de coraje.

Así fue en el caso Chehade: ante un hecho evidente de corrupción, nuestros políticos y específicamente nuestro parlamento terminó mirando al techo y lavándose las manos para que Chehade siga en la vida política. Con la misma actitud, se ha actuado frente al intento de Movadef de legalizar su vida política: el Jurado Nacional de Elecciones no sólo jugó al gran bonetón, sino que todo el país terminó enfrascado en la tonta discusión de si se debía o no permitir su inscripción, olvidándonos lo que significó el terrorismo y las secuelas que aún arrastramos, luego de veinte años de terror que tuvo como protagonista a Sendero Luminoso, organización criminal que hoy se maquilla angelicalmente.

Si bien Movadef no logró inscribirse, gracias a las oportunas denuncias periodísticas, igualmente ha obtenido un triunfo político, no sólo porque acaparó la prensa nacional poniendo en vitrina a sus nuevos líderes, sino porque logró poner en agenda los temas que le interesaban, principalmente el relacionado a legitimar su actuación en los años 80. Y parece que lo habrían logrado, tal como lo hemos visto con la defensa cerrada que hacen muchos jóvenes que, incluso, glorifican a Abimael Guzmán.

Es decir, el sufrimiento de veinte años de terror, hoy estarían reducidos a la nada. Pero no sólo eso, sino que lo más preocupante es que ahora, los que antaño eran criminales, ahora serían héroes que hay que glorificar, reivindicar y, por supuesto, liberar. Y es posible que eso se logre porque la intentona de Movadef ha demostrado que no sólo somos desmemoriados, sino que la misma arquitectura política de nuestra sociedad, empezando con nuestros políticos, tienen grietas y bases de barro.

Como estamos acostumbrados, nuestros políticos sacan cuerpo y le achacan la responsabilidad de la intentona de Movadef a todo el mundo y en especial al Ministerio de Educación; es decir, ahora la culpa la tiene esa cartera al no pone énfasis en sus contenidos curriculares para que las nuevas generaciones sepan y se eduquen sobre ese tema. Lo patético es que la Ministra de Educación pisa el palito y sale a decir que ahora se tomará en cuenta las conclusiones de la CVR y que los profesores abordarán ese tema con mayor ahínco. ¿Qué profesores? ¿Los del Sutep, que creen en la lucha de clases y reivindican a Sendero? Realmente, dramático.

Nuestros políticos se olvidan que lo de Movadef y esta reivindicación senderista que hoy proclaman miles de jóvenes, es culpa directamente de ellos porque en todos estos años, no sólo actuaron hipócritamente sino con una ignorancia paralizante ya que se olvidaron de algo fundamental que es de su entera competencia: motivar, alimentar y agitar el debate ideopolítico. Recordemos que en lugar de eso, en los últimos años, nuestros políticos han estado más preocupados en cómo saquear al Estado, ni siquiera con inteligencia, sino con la torpeza del carterista. Por eso es que en los últimos años, no se formado un tejido institucional partidario, por eso terminamos eligiendo autoridades locales, regionales y nacionales desprendidas de clubes amicales o familiares que no saben, en absoluto, resolver en serio y de una vez, los problemas estructurales del país.

Eso lo sabe perfectamente gente como Movadef, así que si hoy su intento ha fracasado, de seguro que lo intentará nuevamente, pero ahora sí con éxito porque saben que nuestra clase política no cambiará, especialmente nuestro parlamento; es decir, que seguirá siendo una caterva de iletrados y corruptos.

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Un comentario

  • me parece cierto pues en el congreso solo entran pesonas que poseen un poco de dinero y enagaños a las gente solo para buscar dinero del estado y solo se preocupan en ellos y no en el bienestar de la comunidad

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