Quienes me siguen, ya sea a través de este medio, o los habituales, como radio, prensa o televisión saben de mis dudas acerca del gabinete que, junto al nuevo mandatario, pronto nos gobernará. Sin embargo, no puedo dejar de sentir mucha alegría por la designación de Patricia Salas, en el Ministerio de Educación.
Demás está volver a señalar las cualidades intelectuales de Paty. Su trayectoria, principalmente en la dirección del Proyecto Nacional de Educación, me eximen de mayores comentarios. Tal como se lo hice saber en su cuenta, las primeras imágenes que volvieron a proyectarse en mi memoria cuando me enteré de la feliz noticia, fueron aquellas que datan de nuestras épocas estudiantiles, en el Escuela Profesional de Sociología de San Agustín. Allí nos conocimos y estuvimos, con algunas interrupciones propias de las vacilaciones adolescentes, cinco años. En ese trayecto hicimos mataperrada y media, también propias de nuestra adolescencia, pero las que más recuerdo son nuestras aventuras intelectuales: formamos el Centro de Estudios Martha Harnecker (CEMH), que luego lo cambiamos a CEMM (Mostajo Miranda), al enterarnos del carácter revisionista de la socióloga chilena; publicamos una revista artesanal, La Mosca donde empezamos a pergeñar nuestras primeras ideas; viajamos al I Congreso Nacional de Sociología que se realizó en Huacho, y un largo etcétera. Luego, ya profesionales, nos reencontramos en la universidad agustina, pero en calidad de docentes… y seguimos haciendo diabluras, ligadas a una permanente obsesión por el rigor académico y la calidad profesional.
En esas aventuras han estado varios que hoy son excelentes profesionales. Recuerdo a Juan Gil, Walther Salas, Roberto Apaza, César Villagra, Luz Marina, Rubén Vilca y Anibal Aguilar. Con los años, cada uno tomó su rumbo, pero se de ellos a través de noticias donde destacan, cada uno en su espacio. Sin embargo, de ese grupo generacional o promoción académica de la Escuela de Sociología, quien sigue descollando es Paty Salas. Por eso, cuando salió la noticia que ella es nuestra nueva Ministra de Educación, me sentí alegre y orgulloso por pertenecer a esa promoción, a ese grupo que desde nuestra épocas estudiantiles soñábamos con volar alto y así contribuir con el desarrollo de nuestra sociedad. Con Paty, lo estamos logrando.