¿Quo Vadis Perú?
Marco Sifuentes: Ya se había hablado de la fragmentación de la centro-derecha: que estaba dividida, que Humala iba a correr solo. También hubo una serie de errores de varios candidatos. Que PPK creyera que podía a llegar a los sectores D y E, la ingenuidad propia de la derecha, la torpeza de Toledo y Castañeda y la apuesta de García por este último. Por suerte, el electorado no ha sido tan inmaduro. La gente está lamentando el resultado presidencial, pero en cuanto al Congreso éste parece ser mejor que los anteriores. (Aunque nadie garantiza que este Congreso vaya a durar más de un año, para empezar.) El cuento de “el Perú avanza” es mentira. Humala ha ganado en las mismas provincias donde ganó en el 2006. ¿Qué hizo este Gobierno que supuestamente ha crecido? El crecimiento no ha llegado ni a una provincia más de las que llegaba en el 2006.
Gustavo Rodríguez: Somos un país donde hay una frustración que proviene de la brecha social, la sensación de corrupción nos domina, y también somos un país muy volcado al autoritarismo. Un lugar donde no se entienden cuáles son los beneficios de la democracia y donde vemos que probablemente una mano dura gobierne mejor que unas instituciones de las que no se entiende cuál es su función. En el caso de Humala, creo que gran parte del éxito de su estrategia ha sido haberse dirigido a los jóvenes de estratos bajos con la esperanza de un país más justo. No necesariamente de una manera beligerante, sino de una manera emocional y hasta tierna por momentos. Además, es el candidato al que más se asocia con la lucha contra la corrupción. Keiko ya tiene un electorado, más que fiel a ella, fiel a su apellido. Lo que hay es un remanente de gratitud por su padre en lugares olvidados por el Estado de una manera escandalosa. Esto unido a que, por falta de educación y formación ciudadana, para el peruano parece que la institucionalidad no es lo más importante; es como un hecho secundario para los votantes.
Antonio Zapata: Una primera razón estructural es que García ha desaprovechado la oportunidad de aplicar el cambio responsable que prometió; más bien, el perro del hortelano ha hecho que se desperdicien cinco años de bonanza económica. Un grupo de ciudadanos se siente marginado, ve que la riqueza pasa frente a ellos. Y otra razón más propia de la campaña tiene que ver con el suicidio del centro político, que ha tenido tres candidaturas que se han combatido entre ellas permitiendo que corran los extremos. Ollanta por la izquierda y Keiko por la derecha, son los que avanzan ante el desgaste del centro.
Alejandra Alayza: El mapa de los resultados electorales nos muestra un proceso de crecimiento sin una seria capacidad de inclusión social. Se consolida un mapa que ya se veía en el 2006, muestra de que estos cinco años se han desaprovechado para la inversión social. A esto se agrega que el perfil democrático no necesariamente ha garantizado las expectativas que los electores han expresado. En esa lógica se afirman dos perfiles autoritarios pero que finalmente expresan una crítica al modelo económico. Hay, además, una polarización entre lo que son las demandas sociales y un gobierno que asegura reformas que favorecen las grandes inversiones como si fuera la prioridad de la política nacional. La gente está llamando la atención acerca de que ahora la prioridad tiene que ser la propia gente.
¿Apocalipsis now?
Marco Sifuentes: Las dos candidaturas tienen fuertes vínculos con los militares, tendencias autocráticas muy marcadas. No confío en la individualidad de Humala. A mí nada me garantiza que una vez llegado al poder no le escupa a Diez Canseco y quede él solo con Nadine, rodeado de militares. Nada me garantiza que eso no vaya a pasar. Si Humala se parece a alguien es a Hugo Chávez, un ex militar que tuvo una intentona golpista y que luego se metió en política porque aquélla fracasó. Ése es Chávez, no Lula. Keiko Fujimori me produce menos confianza, porque no es solo ella sino todo su entorno el que está convencido de que el gobierno de Fujimori fue el mejor de la historia. Un gobierno que nos dejó en la bancarrota moral y económica. De Ollanta puedo dudar, pero esta gente no nos garantiza absolutamente nada.
Gustavo Rodríguez: Creo que estamos en un momento crítico en el cual afloran las fantasías, los peores miedos. Estamos en una etapa de shock emocional. La mitad del país piensa eso, pero la otra mitad está contenta con su elección. Nos ponemos en el peor de los casos y no nos damos cuenta de que una vez pasado el shock empiezan ya los acomodos, las negociaciones y una serie de requisitos que van a dar para que el próximo gobierno sea una opción más representativa.
Antonio Zapata: No veo por qué podría considerarse el Apocalipsis. Los cinco candidatos que tenían posibilidades tenían contras y han jugado sus cartas con libertad durante el proceso electoral, y éste es el resultado. Yo no veo por qué alguien se vaya a cortar las venas por esto. Algunos ven que con Keiko volverán los peores designios del gobierno de los noventa, y los que temen a Ollanta creen que es un Chávez.
Alejandra Alayza: No creo que sea el Apocalipsis. Asumo los resultados electorales, que no son los de mis opciones, con mucha tranquilidad y mucho respeto. Son una expresión popular y yo como ciudadana entiendo y reconozco los resultados como eso. Una polarización como a la que nos ha llevado esta segunda vuelta está poniendo temas en el debate que antes nadie discutía. Es una expresión democrática y hay que valorarla, respetar el resultado y comprenderlo. Pero hay que estar absolutamente vigilantes y activos en la defensa del procedimiento democrático del que salga elegido.
¿Qué se va a poner en juego en esta segunda parte de la campaña?
Marco Sifuentes: Partiendo de la premisa de que yo no les creería a ninguno de los dos por más cosas que me digan, Humala va a tener que no perder a su electorado productivo; tendrá que explicar a la clase media limeña, que es la más asustada, que no va a perder lo que ya tiene; a los medios, decirles que no va a pasar nada. En el caso de Keiko, ella tendría que romper con su papá, pero eso es algo mucho más difícil. No creo que lo haga, y si lo hace, igual está rodeada de la misma gente. No tiene sentido que quiera lavarse las manos.
Gustavo Rodríguez: Me queda claro que en estas elecciones tan polarizadas sí se van a poner en juego dos opciones: el miedo a perder mi plata o el miedo a perder mis valores. Me queda claro que muchísima gente va a optar por asegurar su dinero. Yo creo que ésa es la gran elección que subyace debajo de todo. Como seres humanos que somos capaces de manipularnos a nosotros mismos, vamos incluso a encontrar razones para tomar uno u otro bando.
Antonio Zapata: El debate se va centrar en pocos temas, pero que son los cruciales: la corrupción, el manejo económico, los derechos humanos y la situación de Alberto Fujimori.
Alejandra Alayza: Hay dos niveles de debate. Uno es el debate entre los candidatos y otro el debate entre los electores, que tiene otras características. El debate de los candidatos concierne al procedimiento por el cual efectuar los cambios sin quebrar la democracia, por el lado de Ollanta. Y por el de Keiko, la expresión del fujimorismo desde sus distintas dimensiones. Es el reto del recuerdo. Otra cosa que hay que mencionar es que llama la atención que en la urgencia de algunos sectores de mantener el modelo de crecimiento se ve una priorización de valores de esta manera de operar versus la probada violación de principios de los derechos civiles y políticos de los peruanos.
¿Qué estrategia emplearán los candidatos?
Marco Sifuentes: Así firmen un montón de pactos, no creo que los vayan a cumplir. Qué pacto más grande en este país que la Constitución en la cual ambos se han zurrado. Ambos han pasado o han intentado pasar por encima.
Gustavo Rodríguez: Se va a debatir la esperanza y el miedo. A Ollanta le convendría enarbolar la bandera de la esperanza y a Keiko la del miedo, porque su contrincante es el que más miedo genera. Keiko apelará a la estabilidad económica que brindó su padre y que la volverá a dar. Humala apostará por la oportunidad de generarse simpatías con un discurso moderado y un canto esperanzador y reivindicativo. Siendo el más cercano a la lucha contra la corrupción, tiene toda la cancha para darle ahí a Fujimori.
Antonio Zapata: Ambos candidatos van a hacer exactamente lo mismo. Los dos van a correrse al centro, van a tratar de elaborar un discurso que dé seguridades a la ciudadanía que no ha votado por ellos. Van a tratar de reclutar gente, intelectuales, políticos, empresarios que, por su peso, le den seguridades al electorado. Van a tratar de jugar al frente único nacional. En la segunda vuelta tienes que adecuar tu programa a la realidad política.
Alejandra Alayza: La estrategia de los candidatos es acercarse al centro y disputar los niveles C y D; es lo que las estadísticas demandan. Es importante que salgamos de esta polarización intolerante y racista y de esta lamentable estigmatización de propuestas que viene habiendo y entremos en una discusión más en serio acerca de políticas prioritarias sobre las cuales se puede concertar.
Otrosi, digo
Antonio Zapata: Hugo Chávez fue un fiel aliado de Alberto Fujimori. Es injusta la acusación contra el comandante Humala de ser chavista, porque las evidencias, las pruebas que tenemos en el Perú, dicen que Chávez se jugó por Alberto Fujimori el año 2000, cuando la oposición democrática peruana quería que la re-relección no siga adelante. El que defendió los propósitos continuistas de Alberto Fujimori en la senda latinoamericana fue Hugo Chávez. Hugo Chávez es fujimorista.
Alejandra Alayza: Cuando uno piensa en representantes de élites empresariales en el país, que deberían ser los más comprometidos con el respeto de la institucionalización democrática del país, y uno los ve tan atemorizados por la posibilidad de algunos cambios que les permiten rápidamente olvidar lo que fue el fujimorismo, nos hacemos una pregunta sobre cómo operan las élites y cuán leales y cuánto contribuyen a la consolidación de la democracia en nuestro país. Estas elecciones nos imponen una fuerte reflexión sobre el comportamiento de élites en relación con el país. No solo las empresariales, también las regionales y demás.