Entre encuestitis y debatitis
Sobre las encuestas, lo que llama la atención es cómo éstas han proliferado, no sólo en el ámbito nacional sino en el local; es decir, las empresas que las hacen han desnudado sin ningún pudor su verdadera intencionalidad: datos que se fabrican según el gusto del mejor postor. Para los que a la vez estamos involucrados en los medios de comunicación, como es mi caso, no es ninguna novedad como es que se acercan estas seudo encuestadoras para comprar, si es posible, las primeras páginas o portadas del medio periodístico para publicitar su “encuesta”.
En ese sentido, poco o nada han contribuido estas encuestas a la formación de un voto consciente. Todo lo contrario, tras haber desnudado sin vergüenza qué es lo que las mueve, ha contribuido a desacreditar las encuestas y las empresas que están detrás de ellas. Obvio que hay excepciones; por ejemplo, a nivel nacional, no hay que desmerecer la seriedad de Apoyo, a pesar de las pullas que lanzó Lourdes Florez contra esa encuestadora en su ya triste “potoaudio”. En el ámbito local, me ha sorprendido el comunicado de 360 grados, encuestadora de Fico Rosado que sólo se ha atrevido a poner en vitrina una encuesta luego que terminara los contratos que hiciera con algunos candidatos. Creo que esa simple actitud la desmarca del tinglado de las otras que, definitivamente, hacen encuestas por encargo.
En resumen, poco hay que creer de la encuestitis que se ha lanzado a diestra y siniestra. La cosa aún está por verse, mucho más cuando sabemos que un gran porcentaje de la población recién a una semana de las elecciones empieza dirimir su voto. Es más, se sabe que un 27% de los electores decide por quién votar en la misma fila de la votación; es decir, en el mismo día, a pocos minutos de llegar a la sala secreta. Ese es el nivel de nuestra “consciencia ciudadana”. Si a eso le sumamos que esta votación será confusa porque vamos a tener que elegir no a una autoridad sino a tres y encima tendremos una cartilla sobre un referendo, entonces lo que preveo es que para la gran mayoría de la población, el acto emitir no un voto sino cuatro, será un verdadero desmadre. Y ni qué decir del momento del escrutinio; es decir, si usualmente los miembros de mesa se demoraban cuatro o seis horas para escrutar oficialmente, ahora ese acto, mínimamente, se duplicará en tiempo. Sí están las cosas; por tanto, no es de extrañarse que el próximo domingo haya sorpresas.