Amor sin escalas
Una de las grandes sorpresas del reciente Oscar es esta cinta por dos razones: primero, consagra a un joven director, Jason Reitman, que con tan sólo tres películas en su haber ya juega las ligas mayores, primero fue con Juno el año pasado y ahora con Amor sin escalas, cinta que, incluso, estuvo de candidata a mejor película del año. La segunda razón es que sus tres protagonistas, George Clooney, Vera Farmiga y Anna Kendrick, estuvieron compitiendo, cada uno, por su propia estuatilla dorada. Solo esos datos, hacen de la cinta muy atractiva.
Como si no fuese suficiente gozar de tres magistrales actuaciones, que se combinan con la de actores menores que se presentan tras el maquillaje de documental o cámara escondida, la cinta tiene una historia realmente seductora: la de un frío ejecutivo especialista en despedir empleados de otras empresas y que considera que los aeropuertos son los lugares ideales para vivir, percepción que, por cierto, es absolutamente cierta.
Esta combinación de tener una historia atractiva y bien contada, más actuaciones espléndidas, hacen del producto final una cinta sólida que, además de remitirnos a lo mejor del cine clásico, plantea el problema de la crisis del empleo y sus difíciles consecuencias. De esta manera, Reitman, su joven director, está logrando algo tan difícil en el mundo del celuloide: presentar temas polémicos y alzar la voz, pero con un tono que combina la distracción con el razonamiento. Esa fórmula la vimos en Gracias por fumar, Juno y ahora con esta joyita de imperdible visión.