Clint Eastwood vuelve a la carga con esta oscarizable película que viene antecedida de varios premios y que se ubica dentro del género biopic; es decir, una cinta basada en una historia real y, además, en torno a un personaje histórico. Aquí, el hecho real es el campeonato mundial de rugby en 1995 y el personaje es nada menos que Nelson Mandela, interpretado magistralmente por Morgan Freeman.
La trama se centra en la estrategia que tiene que diseñar el recientemente elegido presidente Mandela para cerrar las brechas de una nación dividida por el apartheid, ese sistema perverso de segregación racial que dominó por años a Sudáfrica. Aunque sea política y sociológicamente poco creíble, el director americano, es fiel al libro que le da sostén a la película (El factor humano de John Carlin), y nos envuelve con la historia que es el rugby un elemento de integración nacional que acaba finalmente con el racismo de ese país.
Pero, alejado de ese análisis sociológico, la cinta es una pieza magistralmente dirigida, al más puro estilo clásico, pues Eastwood nos entrega un producto limpio, elegante, sobrio y sin ninguna ampulosidad inventada por computadora, incluso en las escenas más destacables como son el juego rudo del rugby, un deporte totalmente desconocido aquí, pero que sin embargo, tal como está presentado, nos invita a participar de él.
Quizá el único defecto es que, para nuestro gusto, sea una película innecesariamente larga y por momentos plana por tratarse de un escenario y personaje muy alejado a nuestra realidad. En todo caso, esperamos que todo ese tiempo invertido en verla nos provoque luego conocer un poco más de ese personaje notable es Nelson Mandela.