Sí señor
Jim Carrey vuelve a sus andadas, o mejor dicho, a lo que más réditos económicos le generan. Nos referimos a la comedia, de esas en la que Carrey es especialista: historias ligeras, ritmo ágil, situaciones risibles en donde destacan sus acrobacias faciales, etc.
De eso se trata esta nueva entrega del comediante que, para muchos, es la versión ligeramente variada de Mentiroso, mentiroso, otro de sus clásicos. En Sí señor, Carrey interpreta a un aburrido, desilusionado y engañado burócrata que descubre la fórmula mágica para cambiar esa sombría existencia: seguir las enseñanzas de esos gurúes contemporáneos que basan su fórmula en el llamado exitismo social coheliano; es decir, tomar y practicar una guerilla de píldoras espirituales para cambiarse a sí mismo y así transformar el mundo.
La cinta ha sido bien recibida en Estados Unidos, aunque no es de las mejores de este actor, pero hay que entender que eso suceda porque justamente lo que quiere la sociedad americana en estos momentos son ingentes dosis de confianza en el otro para así salvarse del desastre económico que están viviendo producido, justamente, por el ingente individualismo, angurria y egoísmo existente en ese coloso norteño.
Es decir, esta es una cinta que se acerca más al género del marketing social y que demuestra, una vez más, que el cine también sirve de manera efectiva a las políticas sociales. Después de eso, la película vale poco.