MVLL, un cumpleaños frivolón
Hermoso el ritual de venir a su ciudad natal cada dos años a festejar su cumpleaños. Mucho más cuando viene cargado de regalos, de miles de regalos que son esos libros de su propia e íntima biblioteca que reposarán eternamente en Arequipa con la ilusión de inspirar a futuros escritores y literatos locales. En eso ha convertido Mario Vargas Llosa su llegada a nuestra ciudad; sin embargo, tal como está diseñada su visita, esa intención termina convirtiéndose en un acto elitizado y frivolón.
Es absolutamente comprensible que ante la llegada de nuestro Nobel, Arequipa se alborote, pues se trata de recibir a quien, de lejos, es su hijo más ilustre. Es decir, el arequipeño promedio quiere verlo, estar con él, escucharlo, tomarse fotos, etc. De allí, las largas horas de espera en el local donde el Nobel tendrá su reunión oficial o en el restaurante donde almorzará, con la ilusión ingresar o, por lo menos, arrebatarle una firma para la novela vargallosiana que llevan consigo.
Sin embargo, eso no ocurre, pues por una incomprensible razón, las visitas de nuestro Nobel a su tierra natal son actos privados, casi secretos, pues no hay contacto con la prensa, menos con los grupos culturales de la ciudad y muchísimo menos con el público. La reciente visita de nuestro Nobel ha seguido el mismo esquema de las anteriores: cita con algunas autoridades locales, su séquito de amigos que le siguen desde Lima; luego el almuerzo con la misma comparsa y… hasta la próxima visita. He de reconocer que en esta ocasión, a la reunión protocolar en la biblioteca que lleva su nombre fueron invitados algunos escolares destacados, pero nada más que para la foto. Lo mismo sucedió con el conversatorio que hubo hoy en el Colegio de Abogados, igualmente manejado con mucho secretismo.
Hace pocos meses, se realizó la segunda edición del Hay Festival que contó con la presencia de varios nobeles y otras constelaciones literarias del mundo. El público arequipeño abarrotó cada local donde esas estrellas conversaron y polemizaron. Me pregunto si al Gobierno Regional de Arequipa, encargado en parte del programa de visitas de Mario Vargas Llosa, no se le puede ocurrir algo similar; es decir, abrir las puertas de Teatro Municipal para que nuestro Nobel converse con el público; a la Gerencia de Educación una charla con los profesores de literatura o lengua, o por lo menos, una conferencia de prensa.
Nada de eso ocurre. A menos que sea el propio Nobel quien ordena cómo debe ser su estadía aquí, dónde ir, quiénes deben acompañarlo, qué comer, etc. Si es así, no queda más que respetar tal decisión, pero sería de muy mal gusto que dentro de poco, veamos en la revista Hola titulares como “fotos exclusivas de la visita del Nobel de Literatura a su tierra acompañado de su nueva regia novia engullendo delicadamente un cuy chactado”. Ojalá que la civilización del espectáculo no devore a nuestro escritor.