Más de lo mismo
La semana pasada empezaron las primeras presentaciones casi oficiales de las listas congresales, en Arequipa y en todo el país. Como ha ocurrido en anteriores elecciones, estas listas han estado cargadas de sorpresas, enojos y resentimientos, sazonados, cuando no, con un toque de ironía y comicidad, propio de nuestra política bananera.
Las organizaciones que aspiran gobernarnos, dicen que han armados sus respectivas listas congresales, no sólo cumpliendo con la ley, sino con gran rigurosidad evaluatoria y en medio de un gran espíritu democrático, lo que garantizaría la representatividad y un mejor congreso a partir del próximo 28 de julio. Sin embargo, todo indica lo contrario.
Por ejemplo, hay listas integradas por personas que hasta hace poco los veíamos rajarse por una opción principista e ideológica totalmente contraria a la organización por la que ahora dicen representar con alma, corazón y vida. Los entendidos dicen que son estos los candidatos que, de llegar a ganar a una curul, cambiarán de bancadas como ropa interior.
Están, también, aquellas listas formadas por absolutos desconocidos, sin oficio ni beneficio, y lo peor de todo, reemplazando a los que sí fueron legítimamente elegidos en procesos internos. Obviamente, esto ha generado inmediatos resentimientos en aquellos que por años estuvieron genuflexamente tras el dueño de la organización política, pero también ha motivado odios en aquellos que se creían militantes, pero que luego constataron que son simples piezas para fingir ante la ley. Y ni qué decir cuando descubren en el listado a prontuariados o personajes faranduleros, que hasta el candidato presidencial desconoce.
Finalmente, están las listas integradas por aquellos que en algún momento juraron que jamás repetirían el plato, incluso mostraron asco por la magistratura congresal y pidieron renunciar a él. Sin embargo, hoy los vemos orondos e incluso encabezando las listas con gran cuajo y desparpajo demostrando que la política peruana es un simple juego de oportunismos y falsedades a los que se recurre según el beneficio personal.
En resumen, la presentación de estas postulaciones congresales, evidencian nuevamente la precariedad de nuestra institucionalidad política; es decir, meros cascarones, coyunturalistas y absolutamente irrespetuosa de su militancia, si la tuviera.
Como en anteriores elecciones, esto empeorará al oficializarse las postulaciones el 10 de febrero, pues con la figura del voto preferencial empezará la lucha encarnizada entre ellos mismos, entre los propios candidatos de la misma agrupación, pues aquí no vale el ideario, principios y menos lealtades, sino cómo ganar la curul, sea como sea. Dichas serruchadas estarán acompañadas del circo; es decir, el desfile de dichos candidatos congresales payaseando y regalando, pues seguimos siendo un electorado que se deja seducir fácilmente por ese estilo de hacer política.
Así están planteadas las reglas para ser “padre de la patria”, las mismas que no han querido ser cambiadas por nuestra clase política y que lo único que nos garantiza, por tanto, es tener a partir del 28 de julio, más de lo mismo.