Resucitando en polos opuestos
No sabemos si inspirados en el Más vale tarde que nunca, o por la presión de la opinión pública que reclamaba su presencia, pero por fin dieron la cara nuestras principales autoridades locales para pronunciarse sobre la ola de barbarie que ha atravesado la ciudad, bajo el pretexto de un paro de 72 horas. Yamila Osorio y Alfredo Zegarra no sólo reaparecieron para opinar al respecto, sino también para exponer lo que será la estrategia que, como buenos políticos o aprendices de ella, ambos han trazado para sus propios intereses.
La Gobernadora, con una postura comprensiblemente nerviosa, apareció para decir que viajaba a Lima para reunirse con los altos mandos del gobierno y encontrar una solución al conflicto. Por su parte, el Alcalde Provincial reapareció no en Arequipa sino en Tambo para ofertarse ante la población como el nuevo líder de la protesta, con una radical postura antiminera y, según las redes, proponiendo un paro indefinido. Es decir, nuestras autoridades desmembradas, en polos opuestos: la primera oficialista, como le corresponder ser, y el otro no sólo antioficialista sino opositor radical.
Nuestra Gobernadora, dada su inexperiencia, actual proceso de aprendizaje en el cargo y soledad política, no le queda otra que seguir apostando por el apoyo del gobierno central implorándole que defina una posición (cualquiera que sea) que ayude a ponerle punto final al conflicto. Ella sabe que no tiene más recursos, pues no es Guillén que podía ordenar y sentar a la mesa a los dirigentes locales para que, por lo menos, le informen sus decisiones respecto a las protestas. Nuestra Gobernadora no puede hacer eso porque, entre otras cosas, desperdició su luna de miel para ir construyendo puentes políticos que le ayuden a sortear situaciones como las que hoy vivimos.
El caso de nuestro Alcalde Provincial es otro, pues cual ducho zorro político, lo que busca es liderar un conflicto que no tiene cabeza visible y que proyecte cierta legitimidad. Ese vacío lo quiere llenar emulando a Guillén del arequipazo del 2002 para garantizar así su futura tentación política: llegar al Congreso. En ese sentido, sabe que tiene que proyectar una imagen anti, opositora; de centroizquierda para tampoco caer mal al otro lado.
Esa es la situación de nuestras autoridades: una refugiándose en el poder central para afiatarse en el cargo; el otro renegando de ese poder central para abandonar el cargo y llegar a otro: el central. Polos opuestos, ni siquiera un mínimo de unidad entre ellos pensando en la ciudad, sólo cavilando o calculando en torno a sus propios interese políticos. Mientras tanto, Arequipa sigue en la penumbra.