La vieja historia de las lentejas
Dejémonos de hipocresías: lo hecho por Pepe Julio Gutiérrez no es una novedad y mucho menos un estilo de concebir y hacer política en la que él sería el único representante. Lo actuado por quien es uno de los líderes de la paralización de Islay que ya se acerca a los 50 días contra el Proyecto Tía María, es una práctica que atraviesa a casi toda nuestra clase política en el Perú y que la describe, cual Maquiavelo, en toda su esencia: perversa, venal y excrementicia.
Tal como lo demostraran Alfonso Quiroz o Gonzalo Portocarrero (Historia de la corrupción en el Perú o Los rostros criollos del mal, respectivamente), la tradición política en nuestro país está acompañada e impulsada por el arribismo, la picardía y la trapacería. Son rarísimos los casos o personajes políticos que se han escapado de estos calificativos. Al contrario, la inmensa mayoría de nuestros políticos las han sabido exponer, cada vez de manera más desvergonzada, asumiéndolas, incluso, como “los nuevos valores del quehacer político nacional”.
Hay que recordar que quien mejor no ayudó a conocer esa esencia de la política nuestra, fueron los vladivideos que nos mostraba como la gran mayoría de ellos caían sumisos ante groseros fajos de dólares vendiendo así sus conciencias. También hay que recordar que junto a nuestros políticos, los vídeos nos mostraban también a jueces, empresarios y un desfile interminable de personajes que en el fondo nos descubría a una sociedad atravesada por la inmundicia.
Hoy Montesinos y compañía no están en escena, pero sí sus prácticas con estilos cada vez más retorcidos, pues de bolsas o maletas llenas de dólares, se ha pasado a “lentejas al contado”. Más allá de dicha “evolución” lo que yace en el fondo es que la política en nuestro país sigue siendo usada como un trampolín o herramienta de trepadores, rapaces y truhanes, alejándola así de gente correcta y honesta.
En ese sentido, si es que en serio se va a juzgar y condenar a Pepe Julio Gutiérrez por lo actuado, será mucho más importante para la salud de la política peruana, que se aproveche ese caso para urgentemente hacer las reformas políticas que el país necesita. Ese puede ser un paso vital para que el próximo proceso electoral, y luego el siguiente gobierno, no esté plagado de “lentejeros”.