Arequipa decidió dormir en paz
Hasta el medio día de ayer, 5 de octubre, me llamaban algunos de los que se dedican a hacer encuestas electorales, para darme “la primicia”: “Yamila Osorio arrasa y no habrá segunda vuelta”, decían los informantes. Inmediatamente, saltaba la pregunta: “¿y para el municipio provincial?”. “Álvaro Moscoso se la lleva lejos”, respondían tajantes. Creo que al igual que yo, muchos también recibieron ese rumor y terminaron, entre asustados y abatidos y concluyendo de la misma manera como me la dijeron varios amigos: “Arequipa se jodió”.
Creo que esas emociones se disiparon cuando llegó las 4 de la tarde y los medios de comunicación anunciaron el resultado que hoy todos sabemos: habrá una segunda vuelta ente Javier Ismodes y Yamila Osorio para definir quién se queda en el Gobierno Regional y Alfredo Zegarra fue reelegido para el Municipio Provincial. Tengo la sensación que muchos respiraron tranquilos en ese momento.
Ya calmos, empezó el análisis sobre los resultados en general, y el intento de explicar hechos que de primera impresión nos parecen inexplicables, como los casos de José Luis Bustamante y Rivero o de Cerro Colorado, por ejemplo, donde han triunfado candidatos abominables, logrando así que Arequipa se sume a la lista de algunos resultados a nivel nacional donde lo ilógico prima.
Particularmente, no me siento satisfecho con los resultados, hubiese querido que fueran otros; sin embargo, no puedo dejar de sentir cierto gozo al saber de la derrota de candidatos como los moscosos, cáceres, sumerindes, llicas o álvarez que son la más clara expresión del envilecimiento de la política. Respiro tranquilo al saber que por lo menos por los próximos 4 años, no tendremos a estos personajillos rondándonos o descomponiendo nuestra elemental rutina diaria.
Cuando me entero lo que viene sucediendo en otras partes del país como consecuencia de las elecciones de ayer: provincias y/o distritos sitiados por insurrectos que no aceptan los resultados, denuncias por doquier de fraudes, toma y quema de los locales electorales y un reguero de protestas pidiendo anularlas, etc., entonces vuelvo a respirar serenamente y agradezco poder dormir tranquilo. Creo que, en general, Arequipa decidió hacer lo mismo: dormir en paz.