Who is who? I
Que existan más de 800 listas postulantes a los puestos regionales y locales de Arequipa, y más de 100,000 a nivel nacional, es la mejor demostración que nuestro sistema político está en franco debacle y sin ningún viso de solución. Es más, la propia clase política (si así se le pudiera llamar) no demuestra ningún ánimo rectificatorio. En ese sentido, sólo queda que nosotros estemos, individual o como sociedad civil, con los ojos y oídos abiertos para no dejarnos embaucar tan fácilmente y para que luego no nos estemos quejando. Así que empecemos a hacer los primeros ejercicios del “¿quién es quién?” entre nuestros candidatos.
Como todo ejercicio político, hay una gran carga de subjetividad, mucho más reconociendo que no voy a revisar a todos los candidatos, pues son tantos que nunca terminaría, así que priorizaré a los que creo que están con mejores posibilidades para el gobierno regional:
Carlos Federico Leyton Muñoz: Su mayor fortaleza es la vez su principal debilidad; es decir, acompañar a Juan Manuel Guillén en sus dos gobiernos. De perfil eminentemente técnico, con un pasado ligado a la academia, y una experiencia política que lo llevó al Ministerio de Agricultura, a Leyton le toca hacer una campaña que lo desvincule del gobierno regional saliente, mucho más ahora que está envuelto en actos de corrupción. Por lo demás, la opción de Leyton se presenta como la mejor planificada y, de hecho, cuenta con las garantías para diseñar y plasmar un plan técnico para el desarrollo de la región; aunque para efectos de campaña, le conviene ensayar cómo ser más simpático con el electorado.
Daniel Ernesto Vera Ballón: Político ducho perteneciente a las filas apristas, que ahora ensaya la fórmula independiente. Quiere repetir el plato en el Gobierno Regional y quizá esa sea su principal fortaleza, aunque veremos cómo hace para convencer al voto aprista que, parece, haberle dado la espalda por su estilo brabucón y prepotente.
Javier Enrique Ismodes Talavera: También de perfil técnico, muestra una vez más su apetito electoral, pero con agrupación diferente. Parece que su principal esperanza es el efecto arrastre que pudiera tener su dupla en el Consejo Provincial, Alfredo Zegarra.
Yamila Johanny Osorio Delgado: Heredera y candidata del oficialismo. Su ventaja es el aparato que el guillenismo habría formado estos 8 años de gobierno, pero lo más probable es que éste no exista o ya esté vacío o abandonado, como lo hizo su propio candidato vicepresidencial, Víctor Raúl Cadenas (¿porqué, luego reapareció o es que nadie quiere estar con el oficialismo?). Su gran tarea será desembarazarse de las denuncias de corrupción que penden sobre Guillén y éste no tendría mejor fórmula que apoyarla abiertamente para, así, defenderse de sus acusadores. ¿Sería anti ético y contra la ley? ¿Pero, cuándo nuestros políticos han sido respetuosos de esos valores? Es más, una mínima muestra de decencia haría que Yamila renuncie al actual puesto que ocupa en el GRA, pero vemos que no le importa, como tampoco le importa estar acompañada en la fórmula al Consejo Provincial por un prontuariado.
Marco Tulio Falconí Picardo: Reincidente en estas lides, pero ahora con el conocimiento y la criollada que le da estar en el Congreso. Si resuelve su lío con el JNE sobre su postulación, podría ser uno de los finalistas en esta carrera. Además, es el candidato que mejor se ajusta a los intereses de los poderes fácticos que existen en nuestra región.
Yamel Deyson Romero Peralta: Un empeñoso que se ampara y cree merecer el cargo tras su experiencia en el Municipio Provincial. Tendría que demostrar qué aprendió y qué le ofrece a la Región luego de todos estos años, más allá de sus publicitadas reuniones sociales.
Elmer Cáceres Llica: Todo un cacique autoritario en su provincia y quien mejor explotará un argumento aún valido en nuestra pobre escena política: racismo, pobreza y provincianismo. Por otro lado, cuenta con un aliado al que no hay que perderle la vista, Luis Cáceres, el voto del asco, pero el voto escondido.
¿El resto de candidatos? Ni mencionarlos, pues ellos mismos saben que no cuentan, ni siquiera como adorno de torta.