Retribuyendo el regalo del Nobel
Por sus 78 años recientemente cumplidos, Mario Vargas Llosa nos hizo un regalo extraordinario: entregarnos el primer 10% de su biblioteca personal contabilizada aproximadamente en 30,000 libros. Este acto debería ser no sólo la noticia del año, sino un hecho histórico, pues el Nobel cumpliendo con la promesa hecha a su tierra natal y a la vez inaugurando la ampliación del Centro Cultural que lleva su nombre, convierte a nuestra ciudad en uno de los centros culturales más importantes del mundo; sin embargo, temo que eso no ocurrirá.
El hecho pasó desapercibido porque la prensa prestó más importancia a la presencia de la señora de Humala; es más, el propio Vargas Llosa sazonó dicha distracción halagándola y sugiriendo que sería una buena presidenta. Sobre el primer lote de 3000 libros entregados, el funcionamiento del Centro Cultural, la forma de acceso a tan rico material bibliográfico, etc. nada.
Pero lo que debería ser un hecho histórico también ha sido tomado con indiferencia por nuestra población porque, reconozcámoslo, el libro y el ejercicio de la lectura están desacreditados. Recordemos que seguimos siendo uno de los países con los índices más bajos en comprensión lectora en el mundo. Es cierto, en los últimos años, se han emprendido esfuerzos para revertir esa situación, se ha avanzado algo, pero igual, el abismo sigue profundo.
Recordemos que en nuestra ciudad, es la iniciativa privada la que empujó tozudamente la organización de una Feria de Libro de la cual, los organismos estatales, con el Gobierno Regional a la cabeza, trata con desdén. Es cierto que ese mismos Gobierno Regional ha publicado ha publicado compilaciones de varios autores locales, pero con un espíritu excluyente.
Recordemos que Intenet se ha convertido, entre otras cosas, en la gran excusa para no leer, pretendiendo que la mecanización y adicción a la PC, Laptop, Tablet o Smart, reemplace el animus del libro.
Por estas razones temo que la Biblioteca Mario Vargas Llosa incumpla con el deseo del Nobel y con el objetivo que debería tener para apoyar el desarrollo de nuestra ciudad. Esto cambiaría si es que generamos un compromiso que articule a muchas instancias, principalmente las educativas de todos los niveles para que visiten la biblioteca, conozcan de primera mano los libros que inspiraron al Nobel, etc. Es decir, a los jóvenes hay que exorcizarlos del miedo que le tienen a los libros.
A la vez, deberían propiciarse actividades y premios alrededor del trabajo de nuestro literato más importante. Y hay que hacerlo ya, pues caso contrario se ahondará lo que ya viene ocurriendo: la centralización de la figura de nuestro único Nobel por parte de Lima con eventos internacionales, por desidia o falta de iniciativa de nuestras autoridades locales. No sólo a las autoridades, sino a todos nosotros también nos toca exorcizarnos de ese concepto fatal que viene campeando: que la cultura es inútil o que está en desuso, tendiéndole alfombra roja a la ordinariez.
Creo que solo así podremos ser lo suficientemente agradecidos con nuestro Nobel. No le volvamos a dar las espaldas.