Un presidente barato
Nuestro mandatario está cansado y enojado con las ciencias sociales y en especial con la sociología. Cree que son baratas y cree que no son científicas. Más que criticarlo, hay que agradecerle por dichas opiniones, pues con esa visión, nuestro mandatario nos ha revelado, una vez más, no sólo su nivel intelectual sino también emocional, pues no sólo es un ignorante sino también un desagradecido.
No voy a hacer una explicación y menos una defensa de la sociología para que nuestro mandatario se informe del carácter científico de la sociología y entienda su importancia para analizar la sociedad actual desde varias de sus variantes, como el político, al cual él pertenece. Hacer eso es inútil porque la sociología está sustentada en una rica y, a veces, complicada teoría que, definitivamente, nuestro mandatario no entendería, pues, él es militar; es decir, un hombre no de pensamiento, sino de acción, más explícitamente de mando y obediencia, tal como lo dicta el espíritu castrense (tal vez por eso no destacó como estudiante de ciencias sociales en la PUCP).
Ya que no se le puede reprochar desde el lado intelectual (al fin y al cabo, nuestro mandatario no está en la obligación de saberlo todo), sí se le debe hacer notar su ingratitud con las ciencias sociales y con la sociología, y más específicamente, con los científicos sociales y sociólogos que lo acompañaron y lo siguen acompañando en esta aventura política que, definitivamente, él no buscó, precisamente porque ignora los análisis sociales, sino que fortuitamente encontró.
Es una falta total de desagradecimiento, que hoy califique de baratos y acientíficos a todo el equipo de sociólogos que elaboraron el programa original de su propuesta política; es decir, el de la Gran Transformación que le permitió pasar a la segunda vuelta electoral; el mismo equipo que luego lo reacomodó para que ganara las elecciones; es decir, el de la Hoja de ruta. Es ingratitud total que hoy descalifique a gente que fue pilar de dos primeros años de gobierno como Sinesio López, Nicolás Lynch, Rafael Rocagliolo, Carlos Tapia, Carolina Trivelli, esta última, protagonista del nuevo ministerio que es la marca de este gobierno; es decir, el de la inclusión social, términos salido de las canteras sociológicas.
Es poco elegante, también, que descalifique a la sociología sabiendo que su ministra de educación pertenece a esta rama científica. Si desconoce eso (muy probable) se le puede perdonar, pero no hay que hacerlo sí sabe o recuerda que su propia esposa, brazo derecho de su gestión y quien lo alimenta y sostiene emocionalmente con ideas y ternura, tiene estudios de especialidad en… sociología.
Seguro que luego de esas infelices declaraciones, en la intimidad de la alcoba, debe haber recibido un jalón de orejas de la socióloga que es su vital consejera y paño de lágrimas. Seguro que nuestro mandatario durmió arrepentido esa noche y prometiendo que no volvería a hablar solo porque tiene boca.