El Toledo de Bayly e Hidalgo

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Alejandro Toledo, nuestro ex presidente; el cholo sano y sagrado, según su esposa; el ejemplo de político limpio y decente, según varios intelectuales y analistas; y el adalid y reserva moral del país, según él mismo, está envuelto en un lío que lo pinta de cuerpo entero, y, de paso, a casi toda la clase política nacional; es decir, la del político farsante.

Como sabemos, lo que nos ha conducido a reafirmar esa condición es el caso de los inmuebles adquiridos, según él, por su suegra, luego por un préstamo, luego por bancos, por un regalo, etc. Es decir, un rosario de mentiras cada vez más inconexas, que lo ha llevado al extremo de falsear su voz para evitar responder a una llamada telefónica.

 Sostengo que este caso ha reafirmado la actitud embustera del ex presidente, líder de Perú Posible y, de hecho candidato presidencial para el 2016, porque, en realidad, se sabe  que su trayectoria política está cargada de mentiras, sino recordemos cuando se presentó en el escenario político con el cuento de sus estudios en Harvard, de su  madre muerta en un alud, de su secuestro y rescate en un hotel prostibulario o de que Zaraí no era su hija.

 Justamente, en torno a esta famosa mentira, Jaime Bayly ha publicado recientemente su nueva novela titulada “La lluvia del tiempo” en donde recrea ese acontecimiento en torno a los personajes literarios de Soraya y Alcides Tudela. Obviamente, sabemos que se trata de Zaraí y  Alejandro Toledo. A lo largo de la novela, Bayly nos cuenta la verdadera historia de Alcides Tudela (Alejandro Toledo), desde su nacimiento, su relación con sus padres, la manera cómo llegó a Estados Unidos a estudiar y la manera cómo fue fraguando su apetito de poder para llegar a la presidencia de nuestro país.

 Esa historia deja muy mal parado a quien fuera nuestro mandatario. Obviamente, se podrá decir que como todo literato, Bayly ha fantaseado, o que Tudela no es Toledo, sino un simple personaje salido de la pluma del autor; sin embargo, personalmente, creo lo que allí se narra de Tudela (Toledo), es real. Es más, creo que Bayly se aminoró  para retratar exactamente la verdadera facha de quien quiere volver a conducir  nuestro país. Por eso es que he recurrido a los libelos de Alberto Hidalgo para usar los calificativos que nuestro poeta usó para describir a Sánchez Cerro y que se aplican hoy a Toledo. Aquí va la metralleta de Hidalgo:

 “Es chato, anodino, difuso, cursi, adocenado, disgresivo, soporífero, ecoico, diluente, huero, ripioso, enriscado, banal, estólido, estulto, filatero, gárrulo, frusulero, blando, gelatinoso, vacío,  hilarate, burdo, bellaco, charlatán, majadero, chirle, dengoso, zafio, diárrico, inane, cándido, latero, minúsculo, nulo, insípido, farragoso, nesciente y ramplón. Es arribista, pícaro, rapaz, trepador, venal, avieso, pillo, tunante, gregario, fanfarrón, embustero, tenebroso, hipócrita,  taimado, escatológico, marrajo, cenagoso, mendaz, cínico,  nocivo, estúpido, equívoco, zopenco, ruin, falaz, trapacero, fraudulento, lacroso, fecal,  mezquino, torpe, miserable, necio, ridículo, truhán, bribón, venenoso, turbio, adulón, artero, servil, alevoso, perverso, funesto, protervo, cobarde y canalla”.

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