IX Congreso de Sociología

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Vengo de participar del IX Congreso Nacional de Sociología y Pre Alas 2013, organizado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Cinco días de trabajo realmente abrumador  expresado en nueves mesas  centrales, cuarenta grupos de trabajo, anexadas a la conferencias magistrales que han estado a cargo de personalidades de lujo como Michael Burawoy, Presidente de la Asociación Mundial de Sociología,   Al­berto Bialakowsky, Paulo Henrique Martins, Jaime Pre­ciado, Gonzalo Portocarrero, Sinesio López, entre otros.

Justamente, fue Portocarrero quien puso énfasis que este X Congreso fue producto del tozudo empeño de Jaime Ríos Burga; en otra palabras, si el evento hubiese estado a cargo de la UNMSM, obviamente jamás se hubiese realizado; una muestra más que la institucionalidad pública en nuestro país es inútil. Es la feliz terquedad de Ríos que posibilitó  que un poco más de mil asistentes, llegados de todo el Perú se dieran cita en la Ciudad Universitaria Sanmarquina, lo cual significa que la sociología sigue no sólo  vital, sino con ganas incansables de extender su radio de análisis e intervención; por eso no me llamó la atención que a las tradicionales mesas de política, movimientos sociales o gestión pública, los recintos más concurridos fueron también aquellos donde se discutieron temas como sociología del cuerpo y emociones; cultura, imaginarios y mentalidades, donde me tocó exponer. Pero hubo también mesas desoladas como la de formación profesional, experiencias de sociología  aplicada en regiones, etc.

 Pero si hay algo que fue la constante que atravesó el Congreso, fue el esfuerzo por revitalizar la presencia de la teoría crítica de la sociedad, aquella escuela que tiene entre sus asideros a la Escuela de Frankfurt, y que surge como una alternativa para plasmar la promesa marxista en los países industrializados, lo cual significaba, principalmente para el sociólogo o estudiante de sociología asumir un compromiso político,  mucho mejor si también era ideológico de izquierda. En realidad, esto no es raro mucho más si notamos que este evento estuvo estrechamente ligado al próximo Congreso Latinoamericano que se realizará pronto en Chile, pues es sabido que desde sus inicios, los miembros de ALAS siempre han estado ligados a la teoría crítica, a tono con las grandes necesidades de cambio que ha reclamado América Latina.

 Sin embargo, aquí es donde viene uno de los desencuentros que he notado en este Congreso, pues mientras algunos profesores o viejas glorias de la sociología nacional y latinoamericana siguen con ese discurso, ente nostálgico y romántico, reclamando la transversalidad, interdisciplinariedad, etc. he notado una avalancha de trabajos presentados por jóvenes sociólogos, teñidos de un pragmatismo que, incluso, desdeña la teoría.  Es decir, creo que viene acentuándose una practicidad en muchos trabajos, acorde con la urgencia de los tiempos.

 Obviamente, no son todos. Conocí, por ejemplo, al secretario nacional de juventudes de Patria Roja, estudiante sanmarquino de sociología que sin ambages ni pudor, confesaba que se dedicaba íntegramente a la política partidaria, por lo cual recibía un atractivo sueldo proveniente de la derrama magisterial, controlada por su partido. Es decir, adiós al discurso setentero u ochentero de aquellos que confesaban su amor al ideal político; ahora es porque es una chamba, parece,  bien remunerada.

 No me quedé al final del Congreso, día en que se discute la sede el próximo. Los pocos alumnos agustinos que asistieron, fueron los entusiasmados por pelear la sede; sin embargo,  no hubo un buen respaldo institucional (los profesores que asistimos lo hicimos por nuestra cuenta, nunca hubo una sesión para tomar acuerdo alguno). No sé, por tanto, dónde será el X Congreso, pero de seguro, allí estaremos.

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