Retorno y vacancia de Juan Manuel

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Tal como se anunció, Juan Manuel Guillén, nuestro presidente regional, retornó a la ciudad para reasumir sus funciones, luego de un período de tratamiento por su salud en la ciudad capital. Por lo que se ha visto, el reencuentro con su ciudad y la gente que lo apoya, fue muy emotivo; es más, viéndolo y tratando con él directamente, pareciera que su recuperación es exitosa; sin embargo, hay quienes consideran que no es así y, por tanto, han solicitado su vacancia.

Es totalmente comprensible que haya quienes no quieran ver más a Juan Manuel Guillén conduciendo el gobierno regional, pues esta segunda gestión es tan o igual de pobre que la anterior, y como todo gobierno reelecto de bajo impacto, muy pronto muestra las deficiencias de seguir gobernando sin grandes planes regionales y con mayor tendencia de hacerlo para los familiares y amigos. Es más, recordemos que la evaluación de su primera gestión fue desaprobatoria y su postulación a la reelección fue seriamente cuestionada e, incluso, como lo denunciaron algunos medios, favorecida por el Jurado Nacional de Elecciones.

Hay que reconocer que la solicitud de vacancia de Juan Manuel por problemas de salud, es perfectamente legal, aunque no siempre es justificable, pues la historia registra varios casos de gobernantes que han seguido al mando de su gestión con una enfermedad a cuestas, incluso con padecimientos terminales. Ya que se trata del mismo caso, hay que recordar que François Mitterrand gobernó Francia entre 1981 y 1995 estando enfermo de cáncer prostático. Es más, qué gobernante con base siete a cuestas no adolece de un mal.

En ese sentido, como lo ha dicho alguien, pretender vacar a Guillén por esa razón, suena más a bajeza que a una verdadera razón. Pero como en política todo vale, la solicitud tiene que ser abordada legalmente, para lo cual el Consejo Regional tiene 45 días para tratar el tema. Ojalá que a nivel político, Tradición y Futuro, la organización amico-familiar de Guillén, evalúe qué pasará con ellos con la situación a la deriva de su único líder.

Personalmente, creo que sería perturbador que Juan Manuel Guillén abandone el cargo. Su ausencia debido a su enfermedad, demostró que sin él, el Gobierno Regional carece totalmente de timón. Dicen que lo reemplazó el vicepresidente regional, un perfecto desconocido, pero genial acomodadizo que parece más preocupado en ser convocado a un ministerio limeño que regentar el gobierno de Arequipa.

En general, será perturbador para Arequipa la ausencia de Juan Manuel en la escena política, pues considero que él es último espécimen de una camada de políticos ancestrales y bienintencionados que tuvo la Ciudad Blanca; ese tipo de político clásico que sabía que para pertenecer a ese mundillo tenía que combinar la ideología con inteligencia, cultura, sensibilidad e, incluso, elegancia para el trato con la gente. Con Juan Manuel, uno puede estar en contra de su manejo o estilo político, pero nadie puede negar que termine rindiéndose ante alguien que hace gala de su sapiencia y sensibilidad, propio de un filósofo que ama entrañablemente esa ciencia, pero por azares de la vida terminó atrapado por la política.

Después de Juan Manuel, el panorama es árido en términos de recambio político. Lo que uno ve, incluso entre sus más allegados, son la nada o una medianía que nos conecta automáticamente con el panorama político nacional; es decir, trapaceros, oportunistas y meros adulones. Quizá ese fue el error de Juan Manuel, no pensar en el recambio; creer que, como buen caudillo, la historia empieza y termina con su persona.

Por lo poco que he hablado con él a su regreso, me parece que quisiera cambiar justamente ese aspecto: construir un delfín sabiendo que se acerca el inminente retiro activo de la política local. ¿Alcanzará el tiempo?, ¿Se lo permitirán los trapaceros que lo rodean? Habrá que ver.

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