No sabemos si por un mea culpa o debido a un milagro de semana santa, nuestro alcalde provincial, Alfredo Zegarra, nos ha hecho saber las razones de su frustrante e inactiva gestión edil. En un arrebato despeinado de sinceridad, se ha dirigido a la población con una carta en la que nos dice: “no tenemos dinero para hacer casi nada por el desarrollo de nuestra ciudad”. La pregunta inmediata que surge tras desgarradora confesión es: ¿entonces, quién hace las obras de Arequipa? Y el mismo Zegarra responde: “hemos logrado el apoyo de la Asociación Civil Cerro Verde para que financie los intercambios viales…ellos se encargan de licitar y contratar a la constructora con la cual no tenemos ningún vínculo y llegamos al extremo de pedir cita con la constructora y Cerro Verde para intermediar y solicitarles (léase, rogarles) se haga la obra lo más pronto posible…”.
La patética confesión edil nos confirma algo que sabemos desde hace mucho tiempo: el Municipio Provincial de Arequipa es, básicamente, un antro de burócratas que sólo están allí para devorar el presupuesto público, y mayoritariamente incapaz para velar por el desarrollo de la ciudad. Desde hace mucho tiempo sabemos que eso, en esencia, es el Concejo Provincial: cientos o miles de parasitarios empleados que aumentan cada cuatro años pagando así favores políticos, y que consumen el 95% del presupuesto. Desde hace años sabemos que las principales obras ediles que luce nuestra ciudad son producto de la voluntad de la minera Cerro Verde u otras entidades privadas. En otras palabras, quien decide realmente cuándo, cómo y qué obras se hacen en Arequipa es la empresa minera.
¿Para qué existe la figura del alcalde provincial o para qué lo elegimos? Pues justamente eso, el alcalde provincial es sólo una figura, o un figuretti y lo elegimos solamente para cumplir un rito, una fantasía. La fantasía que elegimos a alguien o a un equipo que sabe qué hacer por nuestra ciudad. No es así. Zegarra ha sido descarnadamente sincero: él tiene que hacerle cola a la minera para saber qué obra la minera ha pensado o ha planeado para Arequipa; es decir, el verdadero centro de operaciones y decisiones municipales no queda en El Filtro o la Plaza de Armas, sino en Uchumayo, a 32 km al sur oeste de Arequipa, donde está localizada la mina Cerro Verde.
Por lo menos, hay que saludar la sinceridad y consecuencia de nuestro alcalde, pues Zegarra no es de aquellas autoridades que le hacen cola a las empresas mineras y a la vez adoptan huachafas poses antimineras, encabezando, incluso, marchas y gritas para impedir que esas inversiones se concreten. En ese sentido, habría que sugerirle a Yanacocha y Southern que contraten a nuestro alcalde como relacionista público para que vaya a Conga y Tía María y convenza a sus similares que sin las inversiones mineras no pueden hacer nada.
Finalmente, aprovechando el arrebato de sinceridad de nuestra autoridad edil, sólo habría que preguntarle a quién hay que dirigirse en Cerro Verde para solicitar una obra. ¿Será a Randee Lee, su gerente general o a Pablo Alcazar, su relacionista público? ¿Quién es el verdadero alcalde de Arequipa, señor Zegarra?