El presupuesto del bonetón

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Recién hace pocos días las autoridades de la UNSA pagaron los sueldos correspondientes al mes de diciembre a su plana docente. Se imaginarán el malestar causado a los miles de profesores de la universidad agustina, mucho más en un mes tan especial como diciembre. Por eso es que los docentes protestaron con un día de paralización y el rector ha sido denunciado por varios profesores. Pero parece que el martirio no acaba, pues se rumorea que para el mes de enero también habrá problemas de pago. ¿Qué viene sucediendo?

Según las autoridades agustinas, el problema es del Ministerio de Economía y Finanzas por no haberles hecho los depósitos correspondientes. A su vez, el Ministerio de Economía y Finanzas responde que el problema es de las autoridades agustinas por no haber administrado correctamente los fondos destinados y no haber hecho las gestiones administrativas correspondientes para prever esta situación. A las finales, mientras ambas entidades se pelotean jugando al gran bonetón, no hay solución al problema y los perjudicados son los miles de docentes agustinos.

Lo que sucede en la universidad agustina, es en realidad una muestra microscópica de lo que pasa en el país a nivel macroscópico, principalmente en relación al manejo presupuestal con que funcionan las entidades del Estado. Los casos más clamorosos los vemos todos los años, justo en el mes de enero, cuando se publican los niveles y gastos presupuestales de los gobiernos locales y regionales. Como sabemos, en el reporte del 2011, el promedio de gasto fue del 60%. Es decir, el 40% de los dineros que se destinan a estos niveles de gobierno para que hagan obras que beneficien a la población para mejora su calidad de vida, simplemente no se hicieron.

Frente a esa situación, la reacción es el clásico juego del bonetón; es decir, los alcaldes y presidentes regionales culpan al gobierno por no destinar a tiempo el dinero, y el gobierno culpa a las autoridades ediles y regionales de incapacidad para saber administrar esos recursos. Como sabemos, ese juego ya es una repetición de varios años sin ninguna solución a la vista. En resumen, pareciera que en la actualidad, el atraso de nuestro país, no se debe a falta de recursos económicos, sino de competencias o capacidades administrativas. En otras palabras, la gestión de nuestro Estado, en casi todos sus niveles, desde la universidad hasta un municipio está en manos de personal con un nivel de mediocridad paralizante.

Eso no sólo es grave, sino inmoral e inhumano en un país como el nuestro. Que en la UNSA los decentes dejen de cobrar debido a la mediocridad de sus autoridades, es un asunto que ya no sorprende y que a las finales, sólo afecta a un pequeño gremio; pero que en el país, los municipios y gobiernos regionales, no sepan manejar los recursos, y que éstos estén guardados o ganando intereses para el bolsillo de algunas autoridades, en lugar de hacer obras para reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población, ya tiene visos, incluso, de criminalidad.

Urge pues, que dentro de las grandes reformas del Estado que deben hacerse, se priorice una capacitación profunda y permanente del personal técnico que timonea las diferentes instancias del gobierno. Es decir, como nunca necesitamos de esa alta Escuela o Instituto Técnico de Gobierno y Gestión Social de la que tanto se habla, pero poco se hace. Esa instancia técnica podría ser un freno a lo que parece imparable: nuestra ignorancia e idiotez política que es la que termina eligiendo a las autoridades impresentables que tenemos.

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