Vargas Llosa nos visita
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Recordemos que en esa ocasión y principalmente cuando Vargas Llosa pisó tierra mistiana, le llovieron miles de promesas: monumentos, avenidas, complejos culturales, cátedras escolares y universitarias, museos, publicaciones, y varios etc. ¿Qué hay de todas esas promesas? Que yo sepa, lo único que ha hecho el gobierno regional, por ejemplo, luego de inaugurar la biblioteca vargallosiana, es publicar un libro mamarrachento que ojalá no lo entregan a nuestro nobel para evitar sentir vergüenza ajena. Luego de eso, nada se ha hecho en todo este año, muchísimo menos en el famoso museo que todo el mundo anunció con bombos y platillo.
Es decir, nuestras autoridades políticas, académicas y culturales no han sabido aprovechar la valiosa oportunidad que nos dio la designación del nobel de literatura para nuestra región. Seguramente ni siquiera se les ha ocurrido mirar la experiencia de otros países como México, Chile, Francia y muchos otros que han construido alrededor de sus nobeles verdaderas industrias culturales que, a la vez, sirven para consolidar el orgullo e identidad de sus respectivas sociedades.
Aquí, hemos tenido todo un año para explotar, en el buen sentido del término, la figura de nuestro único nobel, pero, como siempre, la desperdiciamos. Lo peor de todo es que no hay pretexto que valga, pues no se trata de trámites engorrosos, de snip o siaf para viabilizar las propuestas. No, nada de eso, aquí lo único que faltó es imaginación y voluntad para hacer las cosas.
Es decir, nuestras autoridades no sólo no pueden o no saben poner en marcha proyectos infraestructurales para mejorar la calidad de vida material de los arequipeños. Tampoco saben cómo hacer para alimentarnos el alma a través de la cultura, y específicamente con la monumental obra literaria de nuestro nobel. Aunque pensándolo bien, de seguro que ese aspecto, el cultural, les debe resultar mucho más difícil que construir avenidas, pues apuesto que muchos de ellos no han leído una sola obra literaria, no de Vargas Llosa, sino de cualquier literato. Apuesto que para muchas de nuestras autoridades, su universo cultural no pasa de la lectura de Condorito.