Fiebre futbolera
La fiebre futbolera parece inevitable, mucho más cuando se trata de eliminatorias al mundial, y muchísimo más cuando se comienza ganando. Ahora, sí a eso se le suma, como el caso nuestro, el hecho que hace una veintena de años no sabemos qué es una competencia internacional, lo cual significa acumulación frustrada y ganas de ir al mundial, entonces el asunto se convierte en un delirio, casi como un asunto de Estado.
Ni qué decir todo lo que mueve el fútbol y, también, los intereses que promueven corporaciones internacionales y la propia prensa o industria mediática que contribuye a endiosar a los futbolistas cuando estos obtienen un triunfo. En eso, pareciera que nosotros somos campeones mundiales, pues llegamos a creer que un Guerrero o Farfán son héroes, al entrenador le prendemos velas y recitamos plegarias, etc.
El asunto es que esta tarde competimos con Chile, con quien, además, no sólo jugamos un partidito de fútbol sino la dignidad nacional por los problemas históricos irresueltos que tenemos con ese hermano país. Ojalá, Chile no nos vuelva a poner los pies en la tierra. Ojalá, mañana no estemos maldiciendo a quienes hoy creemos dioses o santos. Ojalá, si el seleccionado nacional gana, no creamos que ya recuperamos Arica y que somos lo máximo. Ojalá que el delirio no nos envanezca y mucho menos la huachafería.