Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II
Por fin, luego de diez años, llegó el final de esta franquicia basada en la creación de J.K. Rowling que hizo millonaria a su autora y a la compañía cinematográfica, Warner Bros., que no escatimó nada para hacer de esta conclusión, todo un evento mundial (estreno en 59 países, 3D, transmisiones masiva de lloriqueos, etc.)
Tal como se adelantó en la primera parte de este final, caprichosa, pero económicamente bien pensada para los productores, la parte II de las Reliquias de la Muerte, nos trae a los personajes centrales de esta historia, a un Lord Voldemort con un apetito insaciable de muerte y a un Harry y pandilla, Ron y Hermione, defendiendo a una triste y tenebrosa Hogwarts. En general, esa es la constante de esta cinta, la oscuridad, propia de la historia final que se cuenta, pero que ya empezó a manifestarse desde entrega anteriores, lo cual permití que Potter se alejara del carácter infantil que lo hizo famoso para emprender aventuras más juveniles o adultas.
Con algunos cabos sueltos, el final de esta larga historia se presenta con todos los elementos que la hicieron famosa: despliegue técnico y visual, momentos trepidantes y, como era de esperarse por toda la fanaticada mundial, el romance, por fin, entre Ron y Hermione. Por lo visto, según la última escena, amor eterno, lo cual nos hace suponer que la parejita, al igual que Potter, sabrá mucho de magia, pero no de relaciones amorosas. Con todo, un final esperado, pero a la vez, nostálgico.