Pareciera que la maquinaria Disney está retornando a las iniciales épocas de la industrialización, cuando se producía en serie sin importar gustos especiales y pormenores exclusivos. Esa es la reflexión que nos deja esta nueva aventura de la principal meca del cine animado ya que se trata de una cinta que, incluso, parece olvidarse del principal objetivo sobre la que se monta toda esta industria: entretener a los niños.
La historia nos trae un nuevo personaje, Milo un niño que no quiere comer y detestas a una ceremoniosa y perseguidora madre que, es secuestrada por unos marcianos que ven a las mamás terrícolas como mejores modelos para educar a los marcianitos. En ese momento, Milo tiene que dejar de lado ira materna para convertirse en el héroe salvador de su progenitora.
Como verán, una historia tirada de los pelos que no define si lo importante es el amor u odio que todos edipicamente desarrollamos con nuestros padres, o que simplemente recurre a la extravagante imaginación de Simon Wells, su director que, definitivamente, no pensó en los infantes para dirigir esta cinta, sino en un público adulto. A menos que esa sea la nueva estrategia de este género; es decir, abandonar a los niños para apuntar hacia los mayorcitos. Eso ya lo venimos notando cada vez con más incidencia. Ocurrió en Rango, donde los personajes incluso son desagradables, y ahora con estos marcianos.Realmente aburrida e insoportable si van con niños, los estarán jalando hacia la calle a los veinte minutos.