Nuevos lumpen-otoronguistas
Pero, por otro lado, ¿cuándo el Parlamento nacional ha estado compuesto por personajes de “gran trayectoria”, como reclaman muchos? Se dice por allí que ya no tenemos a los Reyes de Castro, a los Cornejos Chávez, a los Alayzas Grundis, a los Albertos Sánchez, a los Ulloas Elías, etc; pero, para ser sinceros, que yo recuerde, la historia no registra “los grandes aportes al desarrollo del país” que hayan logrado estos personajes. Al contrario, lo que sí registra la historia, y particularmente la parlamentaria, es cómo “estos notables” se oponían sistemáticamente a cualquier avance del país, ya que obedecían principalmente a doctrinas ideo-políticas y, en muchos casos, en lo que sí eran diestros era en generar tal caos e ingobernabilidad en el país, que propiciaban, automáticamente, los golpes militares.
Es decir, en nuestra sociedad de endeble democracia, los parlamentos poco o nada han servido para fortalecerla, mucho menos para propiciar cambios estructurales. Debemos recordar que, por lo menos, en los últimos cincuenta años, los impulsores de los grandes cambios en nuestro país, no han sido gobiernos democráticos donde el parlamento era el gran protagonista. No, éstos se han producido en gobiernos de facto o dictatoriales. El último, por ejemplo, fue durante el fujimorismo y allí el 97% de los peruanos aplaudió el cierre del Congreso y es probable que hoy ese porcentaje se repita si sucede lo mismo.
O sea, a lo largo de muchísimos años, o mejor, a lo largo de muchos gobiernos, el Parlamento peruano se ha empeñado en demostrar que no sirve absolutamente para nada; por tanto, el que viene seguirá demostrando lo mismo, así que no hay que preocuparse de los postulantes y mucho menos rasgarse las vestiduras de los rótulos que debieran aquellos que quieren ser nuestros “Padres de la Patria”. ¿Qué debería hacerse, entonces? Una buena práctica, que yo hago, es viciar el voto congresal. Lo haré mientras no se de la solución de fondo: que no me obliguen a votar. Cualquier democracia madura que se respete, no obliga a sus ciudadanos a votar. Como aquí, en nuestro país la democracia es rudimentaria, y mucho menos no hay ciudadanía, entonces nos arrean a elegir. Y a mí, no me gusta que me traten como ganado.
Yo lo veo así: Primero: Ser elegido como congresista es como sacarse la lotería con los beneficios que comporta en el ámbito previsionalmente. Segundo: Muchas nuevas "universidades" otorgan títulos que no sirven ni para envolver pescado a muchos políticos. Asimismo hacen Honoris Causa a cualquiera. Hacen el favor y luego piden a cambio que sus "egresados" o "Doctores" los "apoyen" con terrenitos, pagos, reconocimientos, contactos internacionales, maestrías online, y demás cursos devaluados, etc.
Resultado: Más "otorongos" en nuestro congreso.
Finalmente: Sé que cualquiera puede ser congresista en este país. No hay mayor requisito que el de la edad y la nacionalidad (no se puede generalizar tampoco el hecho de que buena educación es igual a honestidad), pero creo que aún no estamos listos para este tipo de apertura democrática. Es una pena pero creo que sólo nos queda seguir aprendiendo de los errores (mientras otros se hacen ricos). La esducación es pieza fundamental en este círculo vicioso.