La joven Victoria
Para los gustosos de los gobiernos monárquicos (que, por cierto, hay muchos), ya sea por las nubosidades oníricas que generan las historias de reyes y reinas, o por el glamour existente alrededor de ese mundillo, esta es una cinta que les caerá como anillo al dedo.
Sin embargo, detrás de tanta frivolidad esta cita del canadiense Jean-Marc Vallée trae mucho más, pues aborda la historia de la tatarabuela del actual soberano español, Juan Carlos I, y la Reina Isabel II de Reino Unido. Es decir, estamos hablando de un personaje que para los británicos es una de sus principales leyendas, puesto que la reina Victoria asumió el poder a los dieciocho años envuelta en una voraz lucha de intereses que hizo tambalear a la monarquía inglesa. Desde esa perspectiva, la cinta nos describe el perfil de una poderosa mujer que opta por acercarse más a lo humano, por sus dudas, temores y deseos de amor y reconocimiento.
Como es previsible, aunque hay un rico material histórico, el director ha preferido darle un toque que mezcla el romanticismo (el legendario amorío con el príncipe Alberto), y la frivolidad llena de boato e hipocresía, propio de ese entorno de condes y condesas.
A pesar de esa debilidad, la cinta entretiene y encanta, puesto que está contada de manera ágil y veloz. No podía ser de otra manera si es que, deteniéndonos en los créditos, descubrimos que detrás de este proyecto está nada más y nada menos que el notable Martin Scorsese. En ese sentido, la distracción está garantizada.