Por una década maravillosa
Como sabemos, nada de eso pasó. Las computadoras resistieron al cambio de siglo, al cambio de fecha, y toda mi información se mantuvo, y con ella mi propia vida. Eso pasó hace exactamente diez años y ese recuerdo me permite percatarme que ha pasado una década y que estamos ad portas de ingresar a la segunda década del siglo XXI.
¿Cómo le ha ido al país, al mundo, a mí, en estos primeros diez años del siglo XXI? Para el país creo que la nota es aprobatoria, pues parece que hemos roto el designio maldito de las décadas pérdidas (la del setenta fue de la demagogia militar; los ochentas, de la crisis económica y violencia senderista; los noventa, de la corrupción). Pasado la primera década del siglo XXI, hay problemas que aún subsisten, pero tengo la sensación que el país ha cambiado. Por lo menos, hay cifras azuladas en la economía y hoy se habla de cómo mantenernos en el crecimiento y no en cómo fugar del país o cómo salir del abismo, que eran los temas de décadas pasadas.
Lo mismo no puede decirse del mundo, pues si uno hace el recuento de lo pasado en estos diez años, creo que el balance es desolador, pues hay más hambre en el mundo, más terrorismo, guerras y, como si esto no fuera suficiente hay dos nuevos temas preocupantes que no se conocían hace diez años: los cada vez más sentidos efectos del cambio climático y la primera crisis financiera global del nuevo milenio.
De la enumeración anterior, creo que lo más preocupante es la del cambio climático, mucho más sabiendo de los pocos resultados que se ha obtenido en la reciente Cumbre del Cambio Climático en Copenhague. Es decir, el gran tema para la segunda década de este milenio será el ambiental. Tenemos que reconocer que el recalentamiento del planeta afectará directamente la agricultura mundial al reducir recursos naturales como tierra, agua y biodiversidad y el incremento de las plagas y enfermedades de animales y plantas. Todos estos ingredientes harán un cóctel explosivo que afectará a millones de millones; es decir, habrá más pobreza y hambre en el mundo. Así de sencillo y cruel.
Pero hay otro aspecto resaltante de esta primera década, que vincula lo nacional e internacional: la expansión de las nuevas tecnologías infocomunicacionales. Esto ha revolucionando el mundo y las relaciones humanas y lo seguirán haciendo con un nuevo agregado: su accesibilidad está permitiendo nuevos tipos de relaciones que auguran nuevas formas de cooperación, solidaridad, transparencia, etc. Allí hay una posibilidad, una esperanza por trabajar.
Y a mí cómo me fue? Ha sido una década de nubes y destellos. Las sombras la representan gente que ya no está conmigo y que quise mucho; mi padre, por ejemplo. Pero las luces son varios libros en mi haber, muchos países más paseados, muchos amores y desamores; pero fundamentalmente mi familia que hace diez años ni soñaba tenerla. Hoy la tengo y sólo eso le da, en mi balance personal de la década, un peso determinante para pensar y sentir que el 2000-2009 fue una década maravillosa. Y justamente eso es lo que les deseo a los que quiero, no un año, sino una década maravillosa para todos.