III Revés del Libro Arequipa
Hasta ese momento creí que dichos anuncios se materializarían. Pensé que las dos anteriores ediciones de esa feria, una más vergonzosa que otra, quedaban en el pasado y que esta vez, con el Gobierno Regional a la batuta, alguna gente nueva en el equipo y un jugoso presupuesto de por medio, la cosa iba a funcionar bien. Por eso es que con la Coordinadora de Derechos Humanos, tomamos la decisión de sumarnos a esa promesa y aprovecharla, pues creímos que todo lo que se anunciaba se realizaría. Así, presentamos una serie de actividades que logramos sean incluidas en su programación.
De todas esas expectativas, poco o casi nada se materializó. La mayoría de nuestras actividades nunca fueron consideradas en serio; es más, ni siquiera aparecieron en la programación oficial (la más anecdótica fue el día central, 10 de diciembre, pues cuando llegamos con todo nuestro equipo al local, lo encontramos cerrado porque se celebraría una boda). La verdad que pequé de ingenuo. Debí pensar que todo estaba destinado a fracasar cuando vi que faltando cuarentiocho horas cambiaron de locación y hasta ese momento no había un programa definitivo. Debí pensar que la feria haría agua cuando, conversando con miembros prominentes del Consejo Regional, confesaban que no sabían de dicha feria.
Parece que fue muy temerario llevar a cabo otra feria del libro en nuestra ciudad. ¿Dos ferias del libro en Arequipa, una seguida casi inmediatamente de otra? En realidad, bien imprudente. Habría que preguntarle al presidente regional, Juan Manuel Guillén, qué lo convenció, y animó a desembolsar una millonada para organizar esta feria, sabiendo, incluso, que buena parte del equipo organizador estaba conformado por la misma gente que fracasó en las ediciones anteriores.
Es posible que lo que alentó al presidente regional fue el lanzamiento del proyecto cultural denominado Sillar y respaldado, según sé, por ocho millones de soles. He visto el boceto de ese proyecto y me parece interesante, pero, después del repetido fracaso de la feria del libro, ese proyecto naufragará si cae en esas mismas manos. Es posible, también, que la autoridad regional se haya animado porque muchas veces no puede con su espíritu samaritano, actitud meritoria, pero que, en todo caso, la practique con su propio dinero y no con el del Estado.
¿Sacaremos alguna lección de este nuevo fracaso? Temo que no. Es más, sospecho que ya se fragua el IV Festival del Libro, pues con la ayudita del presupuesto estatal, comúnmente manejado de manera irresponsable, todo es posible. Así, es fácil seguir empavonándose con el sueño de la feria propia. Mientras tanto, la imagen de nuestra ciudad sigue deteriorándose en ese campo, pero, al fin y al cabo, a pocos importa, empezando con nuestras autoridades.
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