Tarata
Aunque pudo explotarse mejor, una de las valías de la cinta es que nos retrata, a través de una clasemediera familia capitalina, la paranoia y el miedo que se vivía en la Lima de 1992 cuando Sendero Luminoso anunció el traslado de su guerra “del campo a la ciudad” a través de uno de los atentados más aterradores perpetrado en el corazón de la capital peruana, Miraflores.
Hay que valorar el esfuerzo de la producción al tratar de recrear la Lima de entonces, y en medio de eso describir ese ambiente de desasosiego y permanente suspicacia debido a los apagones y atentados que cada día asaltaban a la sociedad peruana.
No hay que negar que la cinta también se hace seductora por el debut actoral de Gisela Valcárcel, la diva de la farándula nacional cuyas deficiencias pasan desapercibidas puesto que comparte roles con un soberbio Miguel Iza.
En resumen, una cinta que más que ver sirve para recordar un triste capítulo de nuestra historia reciente que, penosamente, sigue latente.