Como otros de su misma especie, ya está en pantalla grande, amenazando con quedarse por varias entregas, estos nuevos súper héroes que originalmente nacieron como juguetes y luego se convirtieron en serie de dibujos animados. En el ecran, son lindos y perfectos personajes de carne y hueso que dan vida a una elite del ejército americano que tiene como misión, cuándo no, salvarnos de las garras de infernales terroristas que desean destruir al mundo.
La batuta de esta nueva saga la tiene Stephen Sommers, el mismo que dirigió la secuela de La Momia. Para G.I.Joe, traslada prácticamente toda su imaginería, estilo y hasta los actores de su anterior éxito. Así veremos desfilar a figuras como Brendan Fraser, Arnold Vosloo y Jonathan Pryce, ubicados también en los desiertos; es decir, permanentes coqueteos con la exitosa saga de
La momia.
Propio de este género y, más aún, tratándose de tecnología militar, la cinta está sobrecargada, sin disimulo, de efectos especiales. Quizá lo atractivo es que todo ese despliegue no se localiza sólo en la siempre sufrida Nueva York, sino que Sommers nos invita a turistear fugazmente por varios lugares del mundo. Para nuestro gusto, el mejor escenario es Paris, pues allí se desarrollan los efectos más sobresalientes. Ver a la torre Eiffel desplomarse por el hambre insaciable de nanoinsectos es, visualmente, una de las mejores partes de la cinta.
El resto es de esperarse: peleas por doquier, persecuciones; la siempre edulcorante parte sentimental y, en la parte final, la escena que nos anuncia, necesaria y mínimamente, una segunda parte. Ya lo saben.
