Luego de tres semanas me he reencontrado con mis alumnos en la universidad. El motivo de la separación fue inesperado, escapaba de los tradicionales alejamientos que se producen por las ritualísticas huelgas que afanosa y religiosamente hacen los docentes agustinos. En esta ocasión el motivo fue otro: la influenza.
San Agustín es la única universidad nacional que ha cerrado sus puertas, dicen las autoridades, para prevenir un contagio masivo. De ser así, hay que agradecerles por tan denodada preocupación. Ha sido tres semanas de cierre y en todo ese tiempo, se supone se han tenido que tomar las precauciones mínimas para que, efectivamente, se evite el contagio masivo de la influenza; es decir, fumigar las aulas, airearlas con ventiladores electrónicos, instalar dispensadores de jabón líquido en baños previamente aseados, toallas descartables, etc. Ahora que hemos retornado a la universidad, he paseado algunas aulas y baños y no he visto ninguna de las previsiones mínimas.
De eso no hay que sorprenderse, pues esa desidia de parte de las autoridades universitarias, ese incumplimiento a las órdenes, esa burla a las disposiciones es una expresión, en pequeño, de uno de los graves problemas de todo el país: la ineficiencia del Estado. Así viene sucediendo desde hace mucho tiempo y es probable que siga ocurriendo lo mismo mientras no exista una real voluntad política de refundar nuestro trivial Estado.
Es decir, el cierre de la U por tres semanas poco o nada ha servido o, en todo caso, lo único beneficioso ha sido gozar de las vagaciones, como decía un estudiante. Hemos retornado a la U y la amenaza del contagio continúa a menos que, como se lo he indicado a los alumnos, las precauciones y las medidas de seguridad sea responsabilidad exclusiva de cada uno de ellos. Es lo único que queda, ya que si esperamos que eso provenga de nuestras autoridades, tendremos que esperar perpetuamente sentados.
Yo creo que lo mejor por parte de las autoridades agustinas hubiera sido coordinar con los docentes que alistaban una paralizacion de 48 hrs para luego proceder con la indefinida. De esa manera; mataban dos pajaros de un solo tiro, osea, si querian hacer huelga la hacian pero sin alumnos a los cuales perjudicar y segundo como estoy seguro que si esa coordinacion se daba, no solo era tres semanas las cuales nos quedabamos sin catedra; sino mucho mas, y de esta forma me evitaban la molestia de interrumpir mis vacaciones que por cierto han sido muy cortas.