El nuevo novio de mi madre
Es difícil desligar la imagen de Meg Ryan con Sally Albright, ese papel que en la notable película Cuando Harry conoció a Sally, la convirtió en La Novia de América; es decir, una actriz, por excelencia, dulce y romántica. Recordemos que con cintas como Cuando un hombre ama a una mujer, Tienes un e mail o Ciudad de Ángeles, consolidó ese retrato e hizo que Ryan sea eternamente Sally, a pesar de sus intentos de cambiar de perfil, incluso con películas que la presentaban como una mujer dura y/o sexy.
Parece que resignada a ese papel, regresa con El nuevo novio de mi madre donde también pretende caracterizar a una tierna romántica que se ve envuelta en un lio porque el galán (Banderas) es un ladrón de arte de alta estofa. El problema es que a pesar de las cirugías, a Ryan ya se le ve con los años acumulados, lo mismo que a Banderas; por tanto, pretender presentarse como dos jovenzuelos alocados por Cupido es inverosímil, y por varios momentos, hasta risible.
Es cierto que la cinta, además de romántica, se presenta también como una comedia, pero hasta en eso el espectador experimentará un chasco porque a la propia Ryan se le nota con carcajadas por demás disforzadas. En resumen, una película sosa, que no convence y que nos obliga a preguntarnos qué le habrá pasado a La Novia de América para caer tan bajo.