Amor otoñal
Y lo fue porque el poemario de Luzgardo aborda, sin discreción, el tema amoroso y, lo que es mejor, el amor, sentido, vivido, deleitado o sufrido desde la perspectiva de un ser otoñal; es decir, de alguien que desacelera su paso y reconoce que correr es inútil, ya sea porque le falta fuerza o simplemente porque se da cuenta que la lentitud y la contemplación es de sabios. (Tú no sabes mi fatal amante que el pasado/-nunca te lo dije- apesta porque lo que se va es/como un paisaje en donde ni siquiera hay un/desdeñado colibrí que ría inagotable por instinto/…no me pidas que haga milagros con este/vetusto corazón ya sin remedio en flor).
Pero otra novedad de la nueva obra poética de Luzgardo es que, cómo es lógico suponerlo, ese ser otoñal refulge no en la añoranza y mucho menos en el presente anclado por su pareja, sino el reconocimiento y necesidad de un amante (Cada mujer desea tener un amante y claro/que soy de carne y hueso y algo de cielo/ cada mujer desea tener oculto a un príncipe/bajo siete llaves en una prisión imaginaria/bajo esa premisa todas las tardes yo te esperaba/ o a la salida del frío o la salida de la noche/solía ir de árbol en árbol nombrando /las cosas al azar y al azar poderte tocar/con la urgencia de una súplica o de un beso). El reconocimiento al amante se da sin ambages, como toda afirmación adulta o madura; es más, se da con valentía o desafío (El pecado no existe o mejor dicho deja/de existir en la medida que el amor que uno sienta/ sea lo más intenso y solitario posible/porque de no serlo así ese amor no tendría/la intensidad de las piedras marítimas… Si dicen que eres mi pecado serás mi pecado/si dicen que no lo eres pues no lo eres/…Amantísimo amado amante/eres la reserva moral de mis locuras/de las actuales de las últimas de las novísimas…y es por eso que te amo sin amarte/te amo en nombre de las mujeres insalvables/ de aquellas que nunca tuvieron un orgasmo/y de las que afirman con su voz fragilita/que pueden ser fieles en la ausencia).
A estas alturas, luego de enunciar algunos versos, ya pueden notar ustedes otro aspecto notable en este poemario: el protagonista, quien cuenta su historia, confiesa sin pudor y pone en vitrina su pasión otoñal por su amante, sin miramientos algunos, es una mujer. Es decir, Luzgardo, arriesgándose y retando toda interpretación psicoanalítica y criolla (la peor de todas), se disfraza de fémina para exponer sus impúdicos desvaríos amorosos (Incendiario amante mío ¿en qué lugar del tiempo/puedes tú detener mis augustas hambres de ti?/Aquí estoy y aquí me tienes dispuesta/a escenificar la última batalla cuerpo a cuerpo/hasta que la bendición llegue desde el infierno/…Lámeme o pélame como si fuese una fruta sagrada/para que nadie deforme el ocre de tu lascivia/…Demonio mío dame la salvación desde tu sexo/…Introduce tus manos en lo más profundo/de mis aguas y descubre a la otra mujer subjetiva/e impúdica que hay dentro o fuera de mí/).
Como pueden notar, Bajas pasiones para un otoño azul, es un poemario notable que consagra una vez más a un poeta que suma con el premio obtenido un galardón más a una ya proficua producción. Finalmente, un poemario para aquella que cree o siente que con los años, el amor se ausenta, o si se hace presente hay que esquivarlo por los sempiternos e infelices prejuicios.