Ardiente Bolivia
Recuerdo vivamente haber sido invitado, incluso, por el MAS, actual partido de gobierno, a la toma de cargo de su actual presidente, Evo Morales Ayma. A pesar de la desorganización, la incomodidad, etc. lo destacable era el entusiasmo del pueblo, principalmente aymara, que creía coronar su anhelo histórico de gobernar sus destinos a través de un hijo considerado auténtico y predilecto. Esa toma de cargo fue un acontecimiento, además de
histórico, simbólico por todo el libreto desplegado en la ceremonia. Sin embargo, a pesar de los vivas a Evo gritados a todo pulmón en aymara, también se rumoreaba que ese gobierno no iba a durar, continuando así con la inconstante vida política de ese país. Una de las razones que explicarían esa situación es el racial que ciertamente existe y que se asienta más a medida que uno va llegando a las zonas orientales, como Cochabamba, Santa Cruz, etc. En esas zonas las diferencias fenotípicas son abismales y eso alimenta la creencia “de las grandes diferencias”. Sin embargo, la cosa no es tan fácil, pues existen otras razones que tienen que ver con su estructura social, su desorden político, la desigualdad, etc.; es decir una serie de factores que la colocan en la condición de país o sociedad inviable.
Ese es el verdadero problema detrás de esta nueva arremetida de sucesos, lamentablemente trágicos que ocurren hoy en Bolivia: su cada vez más cercana posibilidad que se parta y que de allí nazca otra república o sociedad, que es lo que cada vez alienta más a los radicales y que, de hecho, es alentado, incluso, desde afuera, el exterior.
Muchos ven en Bolivia, el espejo de nuestro país o el siguiente escenario a seguir si es que no se atiende a tiempo las demandas del sur y, en especial del pueblo aymara-peruano. Es cierto que en esas zonas, en los últimos años, han ocurrido situaciones muy violentas, es acierto también que a veces, se oyen voces reclamando su autonomía o independencia, pero de allí a pensar en un nuevo país, es simple ofuscamiento político.